domingo, septiembre 1, 2024
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La vida es un cuento

L. Dante Gorena V.

Es cierto: la vida misma es como un cuento, breve o intenso, aburrido o divertido, fácil o complejo, con un final absurdo o inesperado, pero sobre todo único, irrepetible. La historia está llena de eventos cotidianos, dramáticos, ya sean globales o propios de determinada región, incluso eventos distópicos (cercanos al caos); porque, claro, una distopía abarca una situación contraria a lo utópico y sin duda resulta siendo trascendental en el imaginario colectivo. Por lo mismo, la literatura siempre se ha erigido como propuesta —y como respuesta— a una realidad y, con ello, a esa necesidad del conocimiento más allá de la fabulación.
Aunque se supone al escritor como un mentiroso compulsivo, el arte de narrar un hecho, real o fabulación, es básicamente el retrato de uno o más personajes que terminan cobrando vida (como el parto largamente esperado) con la anuencia del editor. En ese contexto, un libro de cuentos es, además, un conjunto de historias, narradas en primera persona (a una sola cuerda), en segunda o en tercera persona, o como una entidad abstracta que permita al lector la tarea de cruzar con la imaginación ese delgado puente entre la realidad y la fantasía, en una suerte de complicidad con el autor.
De manera acertada, Leonardo García (en su prólogo dedicado a La muerte mágica y otros relatos, una compilación de cuentos de Oscar Cerruto) habla sobre la literatura boliviana “enraizada en el realismo como estilo literario y como necesidad ideológica, es decir, con el imperativo de reflejar una realidad social, dar testimonio y denunciar la injusticia, el surgimiento de una escritura enfocada en construir sus propios universos (…). En esos avatares, tenemos a narradores bolivianos de variopinto pelambre y en distintas épocas que, hasta hoy, son irremplazables en el género del cuento, como el mismo Oscar Cerruto, Augusto Guzmán con “La cruel Martina”, Adolfo Costa du Rels con “La Miskki Simi”, Augusto Céspedes con “El Pozo”, Adela Zamudio, Adolfo Cárdenas, Gaby Vallejo, Ramón Rocha Monroy, Geovana Rivero y un largo etcétera. Ya en el universo latinoamericano, no podemos soslayar a Juan Rulfo, José Revueltas, Jorge Luis Borges, Roa Bastos, Bioy Casares, Augusto Monterroso, Lezama Lima, Ramón Ribeyro, Benedetti y el mismísimo García Márquez, solo como una muestra de notables.
Ahora bien. Que estas primeras líneas sean un pretexto para presentarles mi última producción narrativa; es una breve compilación de relatos con el rótulo de “Cuentos súbitos” que contempla una edición independiente y de responsabilidad propia del suscrito autor. El mismo que fue presentado en la FIL de Ciudad de México (con la anuencia de mi amiga, la escritora Mérari Fierro, en el stand de Endora Ediciones) el año pasado y con expectativas de estar a la venta en la próxima FIL de La Habana, 2024. Lo mío es como un ajuste de cuentas (o de cuentos) y, acaso, un cosquilleo pendiente que lo tenía guardado en algún recodo de mi memoria, en una suerte de historias ecléticas sin orden ni concierto, pero que empezaron a hornearse a fuego lento y al calor de una pandemia que, como se sabe, había logrado detener el reloj global y, por lógica consecuencia, poner patas arriba al Planeta Tierra; obligándonos a todos sus habitantes a un encierro forzado por las leyes naturales del miedo a lo desconocido —como en una pesadilla distópica—, en un confinamiento (haya sido voluntario o no y a regañadientes) en todo caso doméstico, con eso de tener que aguantarnos los unos a los otros bajo el mismo techo y entre cuatro paredes, que siempre es mejor que optar por la técnica del avestruz.
Había que escoger entre jugar al cacho o ver las películas en TV-Cable, entre desempolvar viejos libros y comenzar a leerlos o darle muela al chisme de “dicen que había dicho”, entre prestarle horas de credibilidad a los memes del Facebook o a los noticieros de la tele y toda su mala leche… o ponerse a escribir (o reescribir) historias —evitando, de tal suerte, que puedan terminar en el agujero del olvido—, y es lo que me propuse hacer finalmente.
Es así que, con más optimismo que otra cosa, el escribidor de marras (o sea el suscrito) pone a consideración del lector un material relativamente fresco, Cuentos súbitos; que es más bien una edición independiente y fueron extraídos de la galera para ser leídos en un santiamén. Se lo puede adquirir por medio del WSP 77587578.

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Luis Dante Gorena Vargas: Ganador del 2do. lugar, Premio Nal. de Cuento “Franz Tamayo”, 2017, Bolivia. Ganador del 1er. lugar, Premio Internacional de Microcuento “Revista Verso Inefable”, 2022. México. Ganador del 1er. lugar, Premio Plurinacional de Cuento “Adela Zamudio”, 2022, Bolivia.
Coautor de: “Vértigos. Antología del cuento fantástico boliviano”. Ediciones El Cuervo, 2013, Bolivia. “Antología de cuentos de terror, Zombie II”. Ediciones Endora, 2019, México. “Antología de cuentos eróticos”, Revista Enuket, 2019 y 2020, Argentina. Revista Ruido blanco, 2020, Perú. Editorial Machente, 2020, Perú. Revista Letras y Demonios, 2020, México. Revista Noche Laberinto, 2021, Colombia. Revista Licor de Cuervo, 2021, México. Revista Cósmica Fanzine, 2021 y 2022, México. Revista Óclesis, 2022, México. Revista Rito, México, 2022. Revista Mordedor, 2022, Uruguay. Revista Monociclo, 2022, México. Revista Letras súbitas, 2022, México. Revista Isotopía, 2023, México.

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