domingo, septiembre 1, 2024
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Solo son cosas del fútbol… (de este país)

Creo que es la primera vez que abordo un tema sobre el fútbol, porque lo que en Bolivia se juega es más una caricatura del deporte más vistoso que hay cuando se lo sabe jugar. De hecho, los equipos más caros del profesionalismo acá (es decir, los paceños, lo cual es absolutamente legítimo) no justifican sus millonarias inversiones a tiempo de clausurarse los torneos, porque a pesar de la abismal diferencia de planillas con los que habitualmente cierran la tabla, deben sufrir hasta la última fecha para asegurar un campeonato. Por eso, no soy fanático de ningún equipo porque eso empaña una visión imparcial de las cosas, provoca un apasionamiento exagerado y, en un contexto futbolístico tan miserable como el nuestro, caer en esa negación de la realidad es una estupidez.

Como de estulto, estólido o torpe se puede calificar la decisión rauda y “consensuada” de casi la totalidad de dirigentes de clubes profesionales que se agarran de los pelos cada principio de año para aplicar sistema de torneo, pero que de golpe y porrazo han anulado un campeonato, haciéndose parte de un juego tan sucio como el que dio motivo a su fin.  A mí no me importa que salga campeón el Club Vodka Juniors o el Huayruro FC, pero es vergonzosa la posición del club más poderoso del país y tradicionalmente más campeón de su historia, al promover la anulación del campeonato en el que, por segundo año, no están consiguiendo los resultados esperados, a pesar de que algunos salarios sobrepasan los 70.000 dólares mensuales. Y no vengan con el cuento de que el campeonato estaba viciado, porque acá, según las posiciones, lo que ha primado es el interés particular de —a cualquier costo— no perder el título al que están acostumbrados; la frustración de no lograr una clasificación a la Copa Sudamericana, que es premio consuelo a un segundo lote de equipos; y la intención de evitar, mediante este ardid, el descenso de categoría de los clubes que no dan la talla para el profesionalismo.

Y eso es un extravío de la esencia del deporte, pero en la decisión de los clubes bolivianos hay todavía una actitud oprobiosa a la jurisprudencia deportiva y al sentido común. Claro, en un país donde todo marcha al revés, no sorprende que el principio de presunción de inocencia siempre quede hecho trizas. Es simple: en ninguna parte del mundo se declara nulo un campeonato de un solo plumazo por los indicios que Marcelo Claure dijo hallar en la comisión de los “amaños” (término fonéticamente horrible), porque en ninguna legislación un indicio hace prueba ni siquiera semiplena. Y no es que dude de que también el futbol boliviano esté manchado de pícaros, pero es de elemental razonamiento que los culpables deben estar certeramente identificados y, sobre todo, declarados por tribunales competentes. Si eso ocurriese —y tendría que ocurrir—, se debería sancionar severamente a quienes son sus autores, pero castigar a los clubes que hicieron inversiones millonarias antes de que haya una declaración oficial es un dislate vergonzoso.

Si como consecuencia de un fallo ejecutoriado resultase que el Club The Strongest o Bolívar (cosa que por el momento nadie siquiera sugiere) tuvo algo que ver con hechos antideportivos que hipotéticamente influyeron en un eventual título, pues se le despoja del inmerecido lugar, se lo baja de categoría, se mete presos a los que corresponda, en fin… Pero acá vivimos en el reino del revés. Y existen antecedentes no solo en Europa, sino recientemente en el Brasil, donde se investiga a implicados en esta clase de mafia de apuestas (plenamente identificados), pero nadie tuvo la “genial” idea de anular el campeonato.

Y no se trata de comparar el fútbol del Brasil con el nuestro, porque entre ellos existe tanta semejanza como entre el tocino y la velocidad; pero a la hora de la comisión de este tipo de delitos y las medidas a adoptarse, no tiene por qué existir diferencia alguna. Tampoco se trata, como escuché de boca de un periodista deportivo, en tono socarrón, decir que si The Strongest es tan bueno no tendrá problemas en salir campeón en el eventual torneo “express”.  El fútbol es un juego, no una ciencia exacta, ¿o no sabe el iluminado que el Inter de Porto Alegre está peleando su permanencia en la categoría del Brasileirao, pero paralelamente está entre los cuatro mejores equipos del continente? En el fútbol concurre un conjunto de factores que no se reducen únicamente a lo técnico, sino a lo psicológico y lo emocional, a las características del terreno, al clima, a la coyuntura y la fortuna. Es decir que, si el único club del que todos los demás innoblemente se han beneficiado volviera a jugar todos los partidos disputados, no necesariamente obtendría el mismo puntaje (incluso hasta puede incrementarlo). Pero lo que realmente importa es que lo que logró no fue a costa de engaños hasta que no se pruebe lo contrario.

 

Augusto Vera Riveros es jurista y escritor.

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