lunes, septiembre 30, 2024
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IA y educación: referentes y desafíos

Ubaldo Artime Quispe Salas

A finales de los años sesenta del siglo pasado se vio como una utopía la presencia de la inteligencia artificial (IA); es más, solo se podía saber de esta innovación a partir de la literatura de ciencia ficción, que imaginaba un futuro en que la tecnología iba a fagocitar los problemas de la humanidad, para convertirlos en oportunidades, guiados hacia cumplir un objetivo único: resolver el propósito ontológico de la vida o, al menos, facilitar su búsqueda. No se hicieron esperar las utopías dentro de esta rama literaria, pero a su vez aparecieron sus contrapartes: las anti utopías, construidas a partir de la idea de que la tecnología no solo fagocitaría los problemas del ser humano, sino también al ser humano, porque este era el principal responsable de producir los problemas primordiales; por lo tanto, al eliminar al creador de los problemas, se eliminaba, a su vez, un crisol antinatural. Según palabras de Harlan Ellison (1969): “(…) la extinción del factor humano conllevaría beneficios únicos e irrepetibles para la naturaleza” (Pág. 76).
A partir de este punto, las anti utopías llenaron los estantes y lanzaron posibilidades inagotables de argumentos, y la IA sería la que inicie esta revolución en contra de la raza humana. Isaac Asimov escribió una larga saga sobre una computadora denominada Multivac en varios cuentos y libros, entre 1955 y 1975. Esta computadora era la visión de la IA remota, que fue perfeccionada en visión por Arthur C. Clark, científico prestigiado en materia de tecnología y escritor, quien planteó que la evolución del ser humano había acabado cientos de años atrás y que, en la “actualidad” (en 1964 fue entrevistado sobre tal coyuntura), la única evolución posible era la tecnológica.
Actualmente la IA ha sido establecida como un avance en la tecnología y se la ha estado usando para educación y entretenimiento en distintas ramas: existen aplicaciones que aprenden patrones para replicarlos o crear nuevas combinaciones, como usar voces de artistas para interpretar nuevos audios; las imágenes hiperrealistas que son reinterpretaciones de la realidad desde la misma IA, la creación de ensayos de la nada (ChatGPT) y otros.
Obviamente los desafíos educativos competen la regulación de esta tecnología, para no perder el horizonte de aprendizaje del mismo ser humano. Y en educación, por ejemplo, se consideraría los riesgos de la IA como reemplazante de las acciones prácticas de los educandos. En otras palabras, la IA debería ser usada más como una herramienta de tecnología de punta, que como un reemplazo de las capacidades de retención de memoria por parte de las y los educandos.
Siempre existirá la posibilidad de que la IA tenga dos caminos, los de construcción y los de destrucción, solo depende de los reguladores pertinentes, es decir, los mismos seres humanos, de los planificadores del fenómeno educativo. Por consiguiente, deben ser los cultores de la instrumentalización de la IA y no de su monopolio como principal elemento de los procesos educativos.

El autor es docente investigador.

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