martes, julio 23, 2024
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¿Irán a debatir los candidatos?

Todavía faltan dos años para las elecciones presidenciales en Bolivia y no se puede hablar de fijar fechas para debatir si ni siquiera son conocidos los candidatos, aparte del desesperado Evo Morales, que personalmente lanzó su candidatura presidencial sin preguntarle a nadie, sin pensar en unas elecciones primarias, afirmando que lo hace porque el pueblo (cuatro gatos que estaban reunidos en una concentración) se lo pidieron y jurando que ha aceptado el reto con el único propósito de “salvar a Bolivia”. ¡Hay que tener un cuero de anta para decir semejante burrada!

Existe la seguridad de que el congreso masista que se lleva a cabo en Lauca Ñ, no tiene otro fin que ratificar la candidatura de Morales. Pero, en fin, así son las cosas en nuestro país y son así porque la llamada “derecha” –que no es tal bajo ningún punto de vista– no ha tenido la inteligencia de conformar un frente sólido anti-masista. Cada vez se presentan una decena de candidatos frente al postulante único del MAS y, claro, con un MAS experto en hacer trampas para colmo, los electores moderados y dispersos no tiene la menor chance. El MAS ha ganado todas las elecciones generales, porque, con excepción de los comicios del 2002 y el 2005, en que no dominaba la Corte Nacional Electoral, ha hecho fraude. Como el grosero fraude del 2019 que le arrebató la presidencia a Carlos Mesa. Los bolivianos quedamos azorados por el fraude del 2019 y no se nos ocurrió que los tramposos seguro que hicieron lo mismo el 2009 y el 2014.

Todo esto viene a cuento a propósito del debate electoral del domingo pasado en Argentina, que me provocó una envidia insana, egoísta, por lo menos a mí. Es muy difícil decir quién ganó si uno no está muy bien enterado de la política platense y de sus líderes; tal vez los ciudadanos argentinos, que ya tienen marcado a su candidato, puedan decirlo sin dudar mucho; eso sucede en todo lugar y en toda época, pero no es una medida confiable. Lo cierto es que cada uno de los polemistas llevó agua a su molino y todos lo hicieron bien, civilizadamente bien queremos decir. Hasta la candidata socialista, Myriam Bregman, con sus posiciones trasnochadas contra el FMI y su manido expediente de ofrecerlo todo por los pobres y fregar a los ricos, habló con lenguaje claro, hasta con esa elocuencia facilona de la izquierda. Ni qué decir de Patricia Bullrich, aunque seria y preocupada; Javier Milei, rápido, punzante, estuvo mucho más moderado que en otras ocasiones; a Sergio Massa se lo notó tenso, a la defensiva; y el propio Juan Schiaretti, que, como la Bregman, no baila en esta fiesta, dijo lo que tenía que decir. Bullrich, Milei y Massa, en todo caso, se repartieron las preferencias post debate, según las encuestas que he visto con ventaja para Milei.

Creemos que allá, en Argentina, no se hace trampa en las urnas porque no es necesario, una vez que algo peor que el fraude, el mayor de los fraudes, está metido en las cabezas de la mayoría de los argentinos, y no es otra cosa que una insana y eterna devoción por Perón, muerto hace como 40 años. ¿Nada mejor ha existido en un país culto que no lo pueda reemplazar? Él fue quien inició el hundimiento de esa hermosa y poderosa nación. El peronismo, en sus diversas formas camaleónicas, ha creado a lo largo del tiempo, con efímeros interregnos, desde políticos corruptos, administradores incapaces, hasta guerrilleros salvajes que provocaron lo suficiente como para que se cometieran las brutales represalias de los años 70 y 80 del siglo pasado. Tal vez yo sea injusto con algunos viejos peronistas patriotas, que cayeron inevitablemente bajo el embrujo mussoliniano del General.

Pero regresando a nuestra política criolla, ¿por qué desde que se encumbró Evo Morales se acabaron los debates electorales que eran tan esperados por los votantes? Se terminaron las polémicas porque Evo Morales nunca quiso polemizar con sus adversarios. No ha sido por falta de ganas de hablar, que le sobran cuando está frente a la plebe inculta como él que lo vitorea, sino que, sabiéndose sin los mínimos estudios, sin la mínima educación, es tan vivo él, que encontró una idiotez exponerse frente a adversarios, aunque fueran pocos, que conocían de historia, economía y que eran éticamente más confiables. Porque Morales, en su fuero interno, se sabe un aventurero más en la política boliviana, pero que tuvo mayor suerte que tantos otros.

En Argentina y en el resto de las naciones democráticas, los debates presidenciales son obligatorios, castigando con sanciones gravísimas y con el desprecio social a quienes los eluden. Exponer las ideas que se tiene y enfrentarlas a las de los adversarios es necesario, porque obliga al candidato a disputar el poder teniendo un programa de gobierno serio y no meramente enunciativo y electorero como ese Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP), que Evo Morales es incapaz de descifrar.

Al parecer Morales será candidato en las próximas elecciones. Puede que su adversario, entre otros, sea ahora su “cajero” Luis Arce, producto de la profunda división del MAS. Veamos quiénes (o mucho mejor quién) representará con coraje y elocuencia al electorado anti-masista, y esperamos, que, para esa vez, el Órgano Electoral no permita que ninguno de los postulantes a la primera magistratura encuentre resquicio alguno para huir a la exposición de ideas.

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