El desarrollo de un país y su nivel económico son medidos tomando en cuenta la producción anual, hecho que, en términos técnicos, se define como Producto Interno Bruto (PIB). Si no se cumple ese principio, querría decir que esa nación está en decadencia y mucho más, si ese problema se prolonga durante varios años, haciendo que su futuro sea incierto.
Se puede decir que los grandes países del mundo adquirieron importancia cuando su producción empezó a ser considerada como la base de la economía y el comercio fue relegado a último término. A la par, no es extraño que los historiadores hayan afirmado que grandes potencias se hundieron cuando dejaron de producir lo suficiente.
El Estado Plurinacional –título con el que ha sido sustituido el nombre de República en la Constitución vigente–, pese a su irregularidad, tiene más de quince años de vigencia, sin que todavía constitucionalistas y economistas hayan hecho observación alguna y, mucho menos, evaluado las consecuencias de su trayectoria.
En cuanto a la producción anual de nuestro país, se observa que está en continuo descenso, que si no hubiese sido por la providencial alza de precios de las materias primas nativas (gas, estaño, minerales, soya y otros) que hubo durante las dos últimas décadas, el Estado Plurinacional hubiese sido puesto en figurillas y hasta es posible que no hubiese sobrevivido un quinquenio.
Al respecto, vienen a colación los datos numéricos acerca de la evolución de la producción en el país. En efecto, a principios de siglo, la producción bruta empezó a descender, como producto de diversas políticas económicas erradas de los tres gobiernos del masismo, encabezados por Evo Morales. caída que fue disimulada por los altos precios de exportación. Para entonces, el Producto Interno Bruto (PIB) se mantuvo estable, pero con tendencia a bajar.
La producción industrial, minera, gasífera, entraron en descenso. La producción agrícola cayó en picada. Solo aumentaron las plantaciones de coca. El PIB cayó hasta 3 y 2 por ciento, mientras el gobierno recurrió a gastar las reservas económicas internas y todo lo que tenía a mano.
En esa forma, el país ha llegado al presente y el PIB ha caído al 1.5 por ciento, lo que equivale a decir que el sistema económico boliviano ha dejado de producir y ahora a ello se suman otros factores internos, como las sequías y otras turbulencias políticas y sociales, la no existencia de valores partidarios, la desorientación de las clases sociales, etc.
Todo ello revela que el PIB tiende a caer mucho más, por lo que la solución es volver a mejorar la productividad interna, con acertadas políticas gubernamentales, única medida saludable.