lunes, julio 8, 2024
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La seriedad paga

En medio de ese insufrible clima de horror y tragedia humana en el que nos tiene inmersos el fantasma de la guerra, no hay peor enemigo para la oscuridad que la luz y, hasta la madre naturaleza que nos sorprende con un eclipse de sol, pareciera advertirnos sobre el aciago, como lúgubre destino que nos espera, de seguir por la senda del odio, la confrontación y el desquiciamiento social.

En efecto, los bolivianos venimos experimentando tales lacras sociales desde que el Movimiento al Socialismo accedió al poder como vicario del Foro de Sao Paulo en Bolivia, pues fueron aplicando el guion de instructivos y medidas ineludibles que esa transnacional del crimen organizado escribió, y luego prescribió para sus gobiernos adictos, como una bitácora de vuelo para eternizarse en él.

No constituye ningún secreto que los medios utilizados por esta organización, y aplicados en todos los países de la región para el logro de sus aviesos objetivos, son los mismos, y están dirigidos a disolver el tejido social, como el pregonado cambio de la Constitución Política del Estado, para introducir el virus de la confrontación, ya sea éste de corte racista, político, religioso, de género o de clase.

Habida cuenta que la citada transnacional exhibe un certificado de nacimiento de sus progenitores, expedido en la isla de Cuba, hace 64 años, no son nada ignotos los logros que ésta alcanzó a lo largo de su vida comunistoide, parasitaria y populista, y menos, sobre la existencia de las naciones donde logró transferir esa fracasada tecnología política como: Venezuela, Nicaragua, y aquellos que padecen todavía de sus síntomas, que van desde México hasta la Argentina.

Providencialmente, el resultado de las recientes elecciones del Ecuador, que han dado como ganador al joven conservador Daniel Noboa, sobre la representante del correísmo izquierdista Luisa González, constituye una bocanada de aliento y aire fresco para esa nación, donde la infiltración del crimen organizado en los cuerpos de inteligencia y seguridad del Estado devinieron en el  vil asesinato, en plena vía pública quiteña, del candidato a la presidencia Fernando Villavicencio y el de los 6 sicarios  que perpetraron el crimen, cuando ya estaban en la cárcel.

La democracia está herida de muerte en el Ecuador, pues las elecciones mismas no representan necesariamente la esencia de una democracia, en cambio, lo que sí la representa es la protesta popular en contra de esos métodos delincuenciales que nunca vivieron los ecuatorianos, ni caracterizaron la sana convivencia de sus sociedades, como en las provincias en las que ganó la candidata correísta, donde curiosamente las fuerzas del narcotráfico fundaron sus estados mayores.

Finalmente, esperamos que esta victoria ecuatoriana se disemine por toda la región y muy especialmente en los países que sufren la lacra del narcotráfico en nombre de una mal llamada institucionalidad democrática, ese será el momento en el que podamos experimentar el resultado del sabio proverbio de que “La seriedad paga”.

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