jueves, julio 25, 2024
InicioSeccionesOpiniónEntre sinodalidad y ecología ¿tenemos derecho a disentir?

Entre sinodalidad y ecología ¿tenemos derecho a disentir?

El derecho canónico, como conjunto de normas que rigen la vida de la Iglesia Católica, establece las bases para el funcionamiento y la organización de esta institución. Dentro de este marco legal se reconoce la posibilidad de la desobediencia al Papa en determinadas circunstancias. A través del análisis del derecho canónico y la doctrina de la Iglesia, podemos comprender las razones por las cuales esta desobediencia puede ser considerada lícita e incluso necesaria en determinados casos.

El derecho canónico establece la importancia de la obediencia al Papa como cabeza visible de la Iglesia, sin embargo, también reconoce que esta obediencia tiene límites y no es absoluta.

La doctrina católica enfatiza la primacía de la conciencia moral individual. Esto implica que, en situaciones en las que la conciencia de un fiel entra en conflicto con las enseñanzas o decisiones del Papa, se puede considerar lícita la desobediencia como un acto de fidelidad a la propia conciencia. En este sentido, el derecho canónico reconoce la responsabilidad de cada católico de discernir y formar su propia conciencia. Si después de un proceso de discernimiento riguroso un fiel llega a la conclusión de que debe desobedecer al Papa, puede hacerlo de manera lícita, siempre y cuando sea un acto de conciencia bien formada, es decir, se tiene que tener previamente una reflexión profunda, y a la luz de la sana Doctrina, establecer postura.

El derecho canónico establece que ninguna ley eclesiástica puede ir en contra de la ley divina y natural. Si el Papa promulga una norma o enseñanza que contradice estos principios fundamentales, es lícito desobedecer, ya que la obediencia a Dios tiene precedencia sobre cualquier autoridad humana. Para ello resulta esencial la búsqueda de la verdad y la formación de la conciencia a través del estudio, la reflexión y el diálogo. Si un fiel, en su búsqueda de la verdad, encuentra que las enseñanzas o decisiones del Papa son erróneas, puede desobedecer en aras de mantenerse fiel a la verdad revelada.

El derecho canónico considera a la verdad como un principio fundamental. Si un acto de desobediencia al Papa se realiza en beneficio de esta y de la preservación de los valores y enseñanzas esenciales de la Iglesia, puede ser considerado lícito e incluso necesario. Es por ello que, si un fiel considera que el Papa ha cometido un error, tiene el deber de expresar su desacuerdo de manera respetuosa y constructiva, incluso llegando a la desobediencia si es necesario, buscando corregir posibles desviaciones doctrinales.

Por lo tanto, no es de extrañarse que, la historia de la Iglesia Católica está marcada por casos en los que santos y teólogos han desobedecido a los Papas en cuestiones de conciencia y fidelidad a la verdad. Estos casos demuestran que la desobediencia puede ser considerada lícita cuando se busca la fidelidad a la verdad y a los principios fundamentales de la fe.

En conclusión, el derecho canónico y la Doctrina de la Iglesia reconocen la posibilidad de la desobediencia al Papa en determinadas circunstancias. La primacía de la conciencia, el discernimiento personal, la fidelidad a la ley divina y natural y la búsqueda de la verdad son principios fundamentales que justifican la lícita desobediencia al Sumo Pontífice. Sin embargo, es importante recordar que esta desobediencia debe ser realizada de manera responsable, respetuosa y siempre en busca de la verdad y la preservación de los valores esenciales de la Iglesia.

No son pocos los que, en este sentido, han demostrado abiertamente su incomodidad por el rumbo que está tomando el Magisterio de Francisco, ya que existen fuertes contradicciones entre lo que expresa el Papa de manera pública y lo que señalan sus encíclicas y exhortaciones apostólicas. Dichas contradicciones dejan más dudas que certezas en todos los aspectos de la Fe católica. No por abrir las puertas de Iglesia al mundo se estaría renovando la misma en una especie de “primavera teológica”, por el contrario, quizás se le esté abriendo las puertas de par en par a todo lo malo y negativo que trae consigo el progresismo postmodernista.

 

El autor es teólogo, escritor y educador.

ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES