sábado, julio 6, 2024
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Será necesario el desprecio

El deterioro en la conducta de quienes gobiernan y nos gobernaron, será perdurable, ya no pueden cambiar, su perversidad es inmanente, seguirán diseminado maldades, es la esencia de su vida, es su manera de ser. Cual viborezno rastrero, cual ponzoñoso trepador, dejan destilar sus venenos hiriendo a la sociedad, no les interesa el país, ¿hay alguien que todavía lo dude?
Bolivia está poseída de indignante ignominia, de oprobio, mentiras y vergüenzas, nos gobiernan personajes públicos repletos de frivolidades, protagonistas de bochinches, carentes de moral, la gobernanza está vacía de principios esenciales que hacen a la paz y el buen vivir. Lo importante ahora es la actitud: indiferencia y desprecio, no hagamos tragedia, ni tejamos sueños de esperanza para descargar la conciencia, más pronto que tarde llegará la frustración.
Parece que el tiempo confabuló en contra nuestra, porque nos llegó todo de pronto y reunió a estos actores. para representar un libreto de mal gusto, con mal principio y peor final. Nuestra historia política no es rica de buenos sucesos: cruentos golpes de estado, revoluciones, corrupción, latrocinio y narcotráfico. Las tantas veces que votamos elegimos a un verdugo.
Pero todo es pasado, el que dejaron padres y abuelos que seguramente decían “yo quiero un mejor futuro para mis hijos”. Así son las cosas; estamos diciendo lo mismo.
Por eso, esté quien esté, gane quien gane, es mejor una oposición permanente, para evitar desengaños, logrando que sea edificante el dicho: “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. No es necesario nombrar a los actores, ya se sabe de quiénes se trata, no son muchos, aunque incorregibles, barulleros v pendencieros, que se las arreglan para ser la agenda de todos los días.
Volvamos entonces a lo principal, semejante desemejanza no va a cambiar en ninguno de los cuatro poderes a cargo de vidas y haciendas; por tanto, al propio pueblo le toca cambiar este destino. Lo que ahora corresponde es que, desde lo más profundo del alma, desde donde nace el pensamiento y la emoción, surja el sentimiento hiriente del desprecio y la indiferencia, al mismo tiempo que todo ese mal hacer de los que gobiernan solamente provoque manifiesta intolerancia social (habrá que hacer excepción con algunos empresarios que después de saludar a Lucho no se lavaron las manos tres días, y ahora como novia recién pedida de mano esperan que el gobierno prepare los esponsales, ilusos).
La sociedad debe acostumbrarse a que sus pensamientos y comportamientos vigilen en todo tiempo al gobierno, el de ahora y el que venga, para que cumpla las leyes y las haga cumplir. No cabe duda que a la sociedad le falta más formación democrática. Sería del caso preguntar, por ejemplo ¿cuánto de responsabilidad ciudadana existe en lo que está sucediendo?
El desprecio (cuyo sinónimo es rechazo) es un recurso lícito para defenderse, sabiendo que el desprecio es el irrespeto, el desdén, es la negación a otro, de quien se pone en duda su capacidad e integridad moral. Y cuando le toque elegir recuerde: «El burro puede fingir ser caballo, pero cualquier rato rebuzna».
El punto preciso es que los bolivianos, están por todo este tiempo obligados a soportar, aun así sería torpeza optar por medidas de hecho, no. -¡Pero algo tengo que hacer!-, claro que sí, desprecie; y que su actitud trasmine, contagie, trascienda a millones.
En estos 24 meses que vienen no habrá cambios favorables, al contrario, se acentuarán los males: no habrá dólares, pero si narcotráfico e inflación; los parlamentarios seguirán con sus disturbios y la justicia será perseverante con lo suyo: la corruptela y el sometimiento ante el gobierno.
Por eso, al ciudadano que decida asumir su responsabilidad histórica su consciencia le dirá: ¡desprecia al mundo político gobernante!, demuéstralo, y atiza las veces que puedas.

El autor es periodista.

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