sábado, julio 27, 2024
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Han perdido la sindéresis

El legado que nos dejaron los que se creen “enviados”, es sumamente triste y funesto. Particularmente para los sectores populares, para los cuales el índice de la pobreza es alarmante. En consecuencia: “con 100 bolivianos se compra menos artículos” (1), afirmó, en este contexto, el economista boliviano Fernando Romero. Por lo visto se hace difícil llenar la canasta familiar. He ahí un reflejo de la realidad boliviana.
El destino nacional, en esta coyuntura golpeada por conflictos internos y externos, no puede estar sujeto a los caprichos de un partido. Menos de aquel que se desmorona. La ciudadanía no merece vivir bajo la amenaza e intimidación de esa fracción política. Vivimos, recordemos, en un mundo civilizado, donde no tiene cabida la barbarie. En un Estado que está regido por normas específicas. Los ciudadanos, cualquiera fuere su condición social, económica y política, están conminados a acatar las decisiones que asumen las instancias superiores. En caso contrario, estarían incurriendo en desacato.
Quienes decían ser demócratas, en el pasado reciente, han perdido la sindéresis, por la angurria por el Poder. Al extremo de suscribir pactos con el mismísimo diablo. Tal como ocurría en el siglo pasado, cuando se imponía el prebendalismo. Ahora, impulsados por afanes mezquinos, se han propuesto deteriorar la convicción democrática, con medidas irracionales. Buscan doblar el brazo de quienes detectaron, en el marco de la legalidad, las irregularidades de la máxima asamblea, del partido en función de gobierno, desde el 2006.
“En efecto, el oficialismo se ha dividido, y ha estallado una lucha a muerte entre las fracciones evista y arcista. Esa contradicción ha conducido a diferentes principios, que llevaron al reciente congreso del ala evista, realizado en la localidad de Lauca Ñ, a una mayor crisis, cuando el Tribunal Electoral anuló la proclamación presidencial de Evo Morales” (2), comenta un medio escrito, de circulación nacional.
Todo ello contribuye, obviamente, a que la democracia, vigente desde octubre de 1982, corra un serio riesgo, en esta parte del continente latinoamericano. Todo ello está alimentado por apetitos personales, en desmedro de los supremos intereses nacionales. Todo ello es consecuencia de la desesperación, de los angurrientos de Poder. Todo ello se gesta en nombre de los sectores desposeídos, quienes viven con los bolsillos reducidos hoy.
No permitamos que el caos y la anarquía, pretendan posesionarse en política. Que pretendan destruir lo que nos dejaron nuestros mayores: Bolivia. Ni la democracia recuperada con sacrificio y heroísmo. Tampoco permitamos que violenten la paz social, que genera progreso por el bien común. Hecho que significaría, indudablemente, un retroceso, ante la historia y los hombres. Una rémora que evitaría, en tiempos de las vacas flacas, la reactivación económica.
En suma: que los políticos actúen con sentido común, priorizando, sobre todas las cosas, el destino nacional y no los intereses mezquinos. Deberían despojarse de afanes personales.

NOTAS
(1) “Economía boliviana cerca de un aterrizaje forzoso”. EL DIARIO, La Paz- Bolivia, 8 de noviembre de 2023.
(2) “Caudillismo populista en ocaso terminal”. EL DIARIO, 5 de noviembre de 2023.

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