viernes, julio 26, 2024
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Qué se espera después de la catástrofe ambiental

Como se preveía, la llegada de las lluvias hizo posible apagar casi todos los voraces incendios que arrasaron millones de hectáreas de bosques en varias regiones del país. Antes de ese fenómeno climático, resultaban insuficientes los titánicos esfuerzos de voluntarios y pobladores para luchar contra las llamas que llegaron a las cercanías de algunos pueblos, cuya humareda puso en riesgo la salud de sus pobladores. La tardanza gubernamental en reaccionar fue exasperante y no hubo oportuna declaratoria de desastre por parte de autoridades locales y nacionales.
La realidad es que el fuego destruyó más de tres millones de hectáreas de bosques y áreas verdes, en mayor medida en los departamentos de Santa Cruz, Beni, La Paz y Cochabamba, resultando dañados gravemente parques nacionales como el Madidi, Pilón Lajas, Noel Kempff Mercado, Isiboro Sécure. También por los incendios forestales millones de animales, como mamíferos, reptiles, anfibios e insectos murieron calcinados, unos pocos que sobrevivieron tienen quemaduras o agonizan. Esta es una muestra de crueldad inaudita que hiere profundamente a nuestra sociedad. Los incendiarios, sean interculturales o grupos empresariales, llevados por mezquinos intereses económicos, no advierten que han causado un desequilibrio ecológico de funestas consecuencias en un futuro próximo, porque todo lo destruido era parte de un sistema natural armónico.
Como no podía ser de otra manera, los pueblos indígenas afectados por el desastre ambiental, claman para que sea preservado su territorio quemado, así como piden insumos para cultivar, materiales para volver a tener reservas de agua y brigadas sanitarias para atender a sus enfermos. Lo cierto es que no basta con entregarles víveres y vituallas, sino garantizar su vivencia en su territorio. Ellos temen que las áreas desmontadas sean destinadas a la agroindustria, la ganadería, la urbanización o la explotación minera.
Cuando crece el repudio general por el desastre ambiental en el país, la opinión pública cuestiona la falta de previsión y la tardanza gubernamental para evitar semejante daño a nuestros recursos naturales. Asimismo, rechaza la incursión de grupos afines al masismo a reservas naturales y territorios indígenas para traficar con tierras o sembrar coca ilegal. Otros grupos de nacionales y extranjeros ingresan a parques nacionales para extraer oro, maderas, etc.
Ahora se espera voluntad política, particularmente del oficialismo, para no soportar cada año tan enorme mal. Por ello deberían ser adoptadas medidas oportunas, como la abrogación de las llamadas “leyes incendiarias” que permiten chaqueos indiscriminados, y una declaratoria de pausa ambiental para resguardar parques nacionales y territorios indígenas, lo que supone, además, aplicar un modelo económico que no esté basado en el extractivismo, en solo explotar recursos naturales sin límites.
Finalmente, corresponde investigar para dar con los autores de las atroces quemas de bosques y sancionarlos drásticamente, “caiga quien caiga”.

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