jueves, agosto 15, 2024
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La educación boliviana frente a un gran desafío

Jorge Orlando Nava Calderón

La educación boliviana atraviesa una profunda crisis que afecta tanto al acceso a la información como a la protección de los derechos de los estudiantes frente al abuso psicológico que ejerce el mismo sistema educativo y que se refleja en las tasas de reprobación escolar que fueron mostradas en la Gestión 2023.
Según el Informe GEM 2022 de la Unesco, los estudiantes bolivianos consultados expresaron que “nada” están aprendiendo, “casi nada” o “más o menos” con las iniciativas de enseñanza, sobre todo con la modalidad virtual, que se pretendió aplicar tanto en la educación privada como estatal. Tal problema se agravó en el área rural, donde existen menos posibilidades de formación y guía en este campo tecnológico.
Esta situación revela la urgente necesidad de garantizar el derecho a la educación de calidad para todos los niños, niñas y adolescentes del país, sin importar su condición socioeconómica, geográfica o cultural. Para ello, se requiere una mayor inversión en infraestructura, equipamiento, conectividad y capacitación docente, así como una mayor coordinación entre el Estado, el sector privado, la sociedad civil y las familias.
Por otra parte, el sistema educativo boliviano también genera violencia psicológica hacia los estudiantes, al imponerles bajas exigencias, evaluaciones no reguladas, ni supervisadas por un tercero. No hay auditorías educativas, tanto de manera interna como externa; y sobre todo las sanciones no se ajustan a las nuevas realidades, ni a necesidades, intereses y ritmos propios que ameritan el control sobre niños, niñas y adolescentes en pleno Siglo XXI.
Estas cifras evidencian el fracaso del modelo educativo vigente, que no respeta la diversidad, la participación y la creatividad de los estudiantes, y que los somete a un estrés y una presión que afectan su salud mental y su autoestima.
Estos datos muestran la importancia de transformar el sistema educativo boliviano, para que promueva el desarrollo integral de los estudiantes, respetando sus derechos, potencialidades y aspiraciones. Para ello, se requiere una mayor consulta, diálogo, consenso y corresponsabilidad entre el sector educativo, el sector salud, el sistema de protección, la justicia y las familias.
La educación boliviana se enfrenta a un gran desafío, para adaptarse a las nuevas realidades y demandas que impone la sociedad actual, pero también está ante una gran oportunidad para transformarse y mejorar. Para lograrlo, se necesita de la voluntad política, la participación social, la innovación pedagógica y la protección integral de los derechos de los estudiantes. Solamente así se podrá garantizar una educación de calidad, con carácter inclusivo, equitativo y seguro para todos y todas.

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