jueves, noviembre 28, 2024
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Lo que importa son los votos

Mario Malpartida

En la hora del repique lo que cuenta son los votos, resultado de razones lógicas, o saliendo de las sorpresas. Todo tiene explicación, al ser sorpresa el análisis somero arrojará las razones, así como para las lógicas, que ratificarán los supuestos, justificando efectos, consagrando un ganador. Los votos tienen que sumar millones.
El voto consigna, el voto apoyo y el voto rechazo. Él voto consigna, consiste en seguir la instrucción de un líder y votar sin criterio propio; (contrario al voto de conciencia, que se basa en el discernimiento personal). El voto apoyo, es producto de una decisión libre con certidumbre, el elector desea que alguien sea el ganador. Votó rechazo, es igualmente un voto de conciencia, el votante actúa con libertad, pero antipatiza con un candidato en especial, entregando su voto al opuesto (con quien tampoco simpatiza). A pesar de lo cual votará para que gane, en lugar de aquél.
Los números son los que cuentan, el MAS quedó con 3.3 millones, eso fue el 55 por ciento. Se lee mucha protesta, se escucha brotando a borbollones la inconformidad, hay clamores por la unidad. Ayer fueron 2.6 millones ¿ahora cuántos serán?
Para un caso el voto urbano no alcanza, es necesario sumar el voto rural, y en el otro caso a la inversa. Los unos buscarán en las ciudades y los otros en el campo, y para cada caso se requiere tiempo y forma.
Hacer proselitismo en las ciudades está permitido a todos, son territorios libres de restricción. No se puede decir lo mismo cuando se trata del campo, para muchos está vedado, bajo amenazas de recibir agresiones y chicote.
¿Cuán posible es que el voto rural sea entregado a la derecha neoliberal? Es un voto duro, difícil de conseguir, es como si un mahometano abrace la cristiandad. La campaña no será solamente un discurso de oferta electoral, si se trata del campo la exigencia es amplia y profunda: cambio de mentalidad, reforma ideológica, revolución cultural, y para eso, ayer ya es tarde.
Quince años de adoctrinamiento, la sensación de pertenencia a la clase pobre (porque así les va mejor) y su respaldo de gremio en los movimientos sociales, atravesados de ideas contrarias a la propiedad privada, confundidos de socialismo. Eso muestra la vitrina de un votante del campo. Se habla de migración interna, del campo a la ciudad, eso no significa necesariamente el cambio de ideología.
Lo importante son los votos, no las protestas, la furia o la exaltación. Predicar entre católicos es más fácil. ¿Cuál es el plan para conseguir conversos, tanto en la ciudad como en el campo? En la ciudad habrá votación para la izquierda, pero no se puede decir que el campo haga atenciones a la derecha. El militante rural es ajeno al examen de conciencia, votará por su sigla, cualquiera sea el candidato. (Como hicieron los derechistas para perpetuar sus gobiernos).
Además, si se trata del MAS, su Modelo Económico Social Comunitario y Productivo (Mescp) ya es conocido, y su eslogan «proceso de cambio» también. Frente a eso, los candidatos de nueva factura tienen que diseñar, difundir, lograr que se entienda y convenza, eso no es cosa de semanas, un año puede no ser suficiente. Algunos se refugian en las primarias –si llegan a suceder– (con el TCP nada es imposible), y una vez elegido el binomio, encargarle que haga en meses lo que debió hacerse en años.
El partido que busque la victoria, o pretenda entrar en segunda vuelta, debe reunir 3.5 millones. En el escenario actual dos candidatos están en pleno proselitismo, mientras que otros políticos «pulcros y sensatos» están diciendo que aún no es tiempo, observando ensimismados a los candidatos haciendo campaña electoral.
La ciudadanía consciente será recompensada si gana su sigla en buena ley, eso es sin trucos ni trampas.

El autor es periodista.

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