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IV revolución industrial, ventajas y riesgos

Rolando Kempff Bacigalupo

La cuarta revolución industrial tiene el potencial de cambiar drásticamente la economía y la sociedad. Por un lado, puede mejorar la eficiencia y la productividad en varios sectores, como la producción, la logística y la atención médica. También puede generar preocupaciones, como la automatización del trabajo humano y la pérdida de empleos.
Para llegar a la IV revolución industrial tuvieron que pasar casi 300 años desde la I revolución industrial, que dio sus primeros pasos a mediados del Siglo XVIII y se extendió hasta el Siglo XIX, cuando la máquina de vapor, las industrias textileras, del hierro y la imprenta tuvieron un papel protagónico.
Entre 1870 y 1914, justo antes de la Primera Guerra Mundial, se registraron los cambios que caracterizaron a la II revolución industrial, donde el uso de energía eléctrica permitió consolidar la producción en masa. Los principales avances incluyeron teléfono, fonógrafo, bombilla eléctrica y motor de combustión interna.
La tercera revolución industrial, o revolución digital apareció a mediados del Siglo XX, con el avance de la tecnología desde dispositivos electrónicos y mecánicos analógicos hasta la tecnología digital disponible en la actualidad, incluyendo el ordenador personal, Internet, y la tecnología de información y comunicaciones (TIC).
Para el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), informó la BBC Mundo, “hay tres razones por las que las transformaciones actuales no representan una prolongación de la tercera revolución industrial, sino la llegada de una distinta: la velocidad, el alcance y el impacto en los sistemas. La velocidad de los avances actuales no tiene precedentes en la historia… Y está interfiriendo en casi todas las industrias de todos los países”.
La cuarta revolución industrial está impulsada por el avance de las tecnologías como la inteligencia artificial, la robótica, la nanotecnología, la biotecnología y la computación en la nube.
Para aprovechar las oportunidades y abordar los desafíos de esta revolución, es necesario fomentar la educación y el desarrollo de habilidades en las áreas relacionadas con la tecnología. También es fundamental que los gobiernos y las empresas implementen políticas y regulaciones adecuadas para abordar los impactos sociales y económicos de esta transformación.
Los “nuevos poderes” del cambio vendrán de la mano de la ingeniería genética y las neurotecnologías, cuyas repercusiones impactarán en nuestra forma de ser, nuestras relaciones, hasta en los rincones más lejanos del planeta. La revolución afectará “el mercado del empleo, el futuro del trabajo, la desigualdad en el ingreso”, impactando la seguridad geopolítica y los marcos éticos, informó la BBC Mundo.
Los mayores cambios disruptivos se registran en los mercados emergentes de Asia y no en el mundo desarrollado.
Los avances de la tecnología llegan a todas las industrias, desafiándolas a innovar para mantener su presencia en el mercado o insertarse en él. No hacerlo significaría su desaparición.
La adaptación o cambio radical, necesarios, demandarán imaginación, esfuerzo, capacitación y, sobre todo, inversión, todo para mejorar su eficiencia, productividad y rentabilidad.
La Cámara de Comercio de Madrid (España) asegura que el concepto de innovación empresarial hace referencia a la mejora de cualquier actividad en una empresa. Se trata de aplicar cambios en el producto o servicio, modelo de negocio, organización, procesos o métodos de venta para reforzar la empresa.
Pero no todos ven el futuro con optimismo. Hay preocupaciones en el empresariado, por lo que se dio en llamar el “darwinismo tecnológico”, donde aquellos que no se adapten no lograrán sobrevivir. La velocidad del cambio puede ser devastadora.
“En el juego del desarrollo tecnológico, siempre hay perdedores. Y una de las formas de inequidad que más me preocupa es la de los valores. Hay un real riesgo de que la élite tecnocrática vea todos los cambios que vienen como una justificación de sus valores”, le dice a BBC Mundo la investigadora Elizabeth Garbee, de la Escuela para el Futuro de la Innovación en la Sociedad, de la Universidad Estatal de Arizona.
“El futuro del empleo estará hecho de trabajos que no existen, en industrias que usan tecnologías nuevas, en condiciones planetarias que ningún ser humano jamás ha experimentado”, resume David Ritter, CEO de Greenpeace Australia/Pacífico, en una columna sobre la cuarta revolución para el diario británico The Guardian, que lo publicó la BBC Mundo en octubre de 2016.
La cuarta revolución industrial está cambiando la forma en que vivimos y trabajamos a través de la integración de tecnologías digitales, físicas y biológicas. Para aprovechar sus beneficios y mitigar sus desafíos, es necesario fomentar la educación, el desarrollo de habilidades y la implementación de políticas adecuadas. Los empresarios esperamos instrumentar, juntamente con el gobierno, políticas adecuadas para adaptarnos a impactos sociales y económicos de esta transformación,

El autor es economista, doctorado Ph.D. en Relaciones Internacionales, Académico de Número de la ABCE y presidente del Directorio de la UREAL.

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