domingo, julio 7, 2024
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Evosaurio, líder jurásico

Jhonny Vargas

No comprende ni entiende de sentencias constitucionales, para él todo es por la fuerza, su lema es: “Es mío y nunca me iré”. El ex mandatario Evo Morales se ha convertido en una amenaza para cualquier país que busca defender la democracia y el equilibrio en el poder. En Bolivia hay una crisis en el estilo de gobernar, porque hay una clase política, atrasada, autoritaria y poco transparente. Estos politiqueros no han notado que vivimos en pleno Siglo XXI y que han ocurrido transformaciones fundamentales en nuestro país. Precisamente no gracias al proceso de cambio, que solo vino a complicar las cosas. El protagonismo de las redes sociales, el desarrollo tecnológico de la IA y la creciente fortaleza de los partidos de oposición y plataformas ciudadanas, son factores que se integran y que demandan un cambio fundamental en el ejercicio del liderazgo.

La percepción que los ciudadanos bolivianos tienen de sus gobernantes, también refleja la falta de credibilidad en la clase política y en los procesos electorales en el país. Les aseguro que más del 80% de los bolivianos asegura que ningún partido tradicional (MAS, UCS y otros comodines, etc.) les satisface, por si fuera poco, la negatividad de las campañas crea un clima todavía más preocupante. La mala reputación de nuestros políticos, por cierto, bien ganada, más que promover una cultura democrática, genera desconfianza de la ciudadanía. Uno de los retos que enfrenta la democracia en nuestro país es la elección de gobernantes capaces, pues difícilmente nuestro país soportara más generaciones de políticos y gobernantes con poca o nula capacidad de liderazgo.

“Una advertencia para la vieja guardia, para la vieja dirigencia política del oficialismo y de la oposición y sus relevos: De no reconocer su condición de líderes jurásicos o sea políticos creados con las viejas mañas, o cultura política del pasado, sus días están contados, pues enfrentan una inminente extinción y, créanme, su caída será trágica, será una muerte política lenta y dolorosa”.

Un líder político tradicional como Morales, probablemente no sufra su caída solo, lo acompañarán sus asesores, sus amigos, incluso su familia. Con esto hay que entender que ya no se puede gobernar un país como se hacía antes, de manera irresponsable, a punta de bloqueos y sin pensar que no habrá costos políticos. Hoy la sociedad boliviana ya pasa factura a cada político ineficiente, mal intencionado e irresponsable. Le llegará su momento fatídico, cuando pagará por sus fallas, ha llegado el momento del cambio. O cambian o se enfrentan a su propia extinción. La vieja clase política del país siempre promovió a gente afín, con sus mismas características. Más que lealtad yo lo llamo “llunkerío ciego” y el fiel compromiso de no hacer sombra a sus jefes. Los líderes tradicionales, como el ex mandatario Morales y otros saben que su supervivencia depende de su capacidad de no sobresalir de entre los demás, porque en el momento en que sacaban la cabeza, se corría el riesgo de que se la corten, o entre ellos mismos se serruchen el piso. Evosaurio, nunca busca consensos, solo ordena y ejerce presión y represión cuando no se hace caso a su capricho, pero los lideres o jefes que no evolucionan enfrentan la extinción. Por eso repito nuevamente que en Bolivia existe una crisis en el estilo de gobernar y en el ejercicio del poder.

“En Bolivia la representación política, es todo menos eso, por ello el país está cansado de tanta corrupción, negligencia y falta de civismo de sus líderes políticos. Somos un país liderado por políticos sin escrúpulos ni moral. Nuestro país exige un cambio radical en el ejercicio del poder político, necesitamos un Nuevo Orden Nacional”.

El MAS solo sabe gobernar con la fuerza bruta del populismo ignorante y el amedrentamiento de los grupos de choque y de las organizaciones narcoterroristas campeantes en el país. Si no miren lo que ocurre en el Ecuador, donde la destrucción propiciada por el Correísmo, sirvió de enclave para las organizaciones del crimen organizado internacional, lo mismo sucede en Bolivia y la situación de inseguridad nacional empeora año tras año. La seguridad pública desapareció en nuestro país.

En el futuro será más que necesario iniciar un juicio político o criminal, para quienes utilizaron el aparato represivo del Estado en contra de la población y los grupos de oposición política al régimen narcoterrorista instaurado en Bolivia. Siempre existe la posibilidad de que más pruebas de tráfico de influencias y corrupción gubernamental salgan a la luz a través de las redes sociales. Señores gobernadores, alcaldes municipales, líderes políticos y sindicales, alguien los observa y tarde o temprano todo sale a luz. Los desfalcos, el tráfico de influencias y otros delitos penales y administrativos de estas malas autoridades serán revelados. Cada vez más se reduce –por la división partidaria en el interior del MAS– la lealtad masista que en el pasado exigía la protección de funcionarios corruptos salientes, por parte de funcionarios entrantes. Queremos más democratización de los medios de comunicación y las redes sociales. ¿Los medios de comunicación continúan recibiendo amenazas y presiones del poder político? ¿Los gobernantes tratan de controlar el contenido critico? ¿Los políticos buscan manipular la información en los medios? La respuesta es sí, sí, sí. Por esta asfixia económica y presión del poder político a los medios de comunicación estamos como estamos.

 

Jhonny Vargas es Politólogo y Docente de Postgrado.

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