jueves, julio 4, 2024
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El país bloqueado

Eric L. Cárdenas del Castillo

Durante el gobierno constitucional del expresidente Hugo Banzer Suárez, se produjo un bloqueo que duró alrededor de 30 días, en la región del Chapare cochabambino, en protesta por las medidas de erradicación de los sembradíos de coca excedentarios. En ese tiempo ya era dirigente de los cocaleros del Trópico, Evo Morales Ayma, que fue demandado por un empresario por daños y perjuicios ocasionados por ese largo bloqueo. Luego el jefe bloqueador fue presidente por casi 14 años continuos.
En este tiempo el país está nuevamente bloqueado, por los seguidores de Morales Ayma, aunque esta vez, al decir de los populistas movilizados, por el rechazo a la determinación de los miembros del Tribunal Constitucional Plurinacional que prorrogaron su fenecido mandato constitucional. Además piden que se efectúen las elecciones de los altos cargos del Órgano Judicial. Sabemos que el bloqueo es parte del duro enfrentamiento entre los dos grupos del partido de gobierno, unos que siguen al actual presidente Arce Catacora y los otros al ex presidente Morales Ayma.
Los bloqueos de carreteras, se han convertido en un arma de las luchas políticas, pero su efecto es perjudicial para muchos sectores ciudadanos, que ven sus actividades entorpecidas, pues no pueden desplazarse libremente, sus productos perecederos se echan a perder, se retrasan las entregas en puerto de productos para exportación y para el mercado interno. En especial los más afectados, son los transportistas que quedan detenidos en las rutas camineras bloqueadas, por quienes perciben una suma de dinero por cada día de movilización.
La confrontación política dentro del partido que nos gobierna más de tres lustros, no obedece a orientaciones ideológicas, de planes o programas, más bien a una lucha por el poder entre el caudillo populista y el que fuera su colaborador cercano y ahora presidente del Estado. El partido es el mismo, sus políticas no han variado, los grupos corporativos que apoyaron a Morales 14 años, ahora apoyan al gobierno, por supuesto, porque el poder da réditos.
Se ha instalado en el país una mentalidad “bloqueadora”, pues en especial en los grupos sociales populares, se echa mano de esta medida, por cualquier motivo. Si no llega a un barrio gas licuado, son bloqueadas las vías urbanas. Siempre hay motivo para bloquear, pero esa medida de fuerza para llamar la atención de las autoridades, hace daño a la colectividad y responde a esa dañina mentalidad de los grupos sociales.
Cuando hacemos referencia al bloqueo de la mentalidad de diversos grupos sociales, para resolver o pretender resolver sus problemas, estamos en un cuadro en que la capacidad de diálogo y concertación no existe, es la intolerancia, la medida de fuerza, el extremo, la imposición, sin haber agotado antes otras medidas más racionales.
La Filosofía Política nos enseña que en la sociedad existen los grupos de presión y los grupos de interés, llamados “movimientos sociales”, que se mueven presionando a las autoridades en demanda de sus intereses de grupo, que generalmente son de orden económico. Ahora bien, la misma ciencia nos enseña que las formas o medidas que emplean estos grupos, son de cuatro clases: las medidas de presión persuasivas, de intimidación, de corrupción o soborno, y la violencia, siendo ésta última la más empleada en nuestro medio.
Se debería incorporar en el currículo académico de la educación, la enseñanza del diálogo, del debate, del cambio de ideas y la búsqueda de soluciones a través del juicio producto de la razón. Ya en la antigua Grecia clásica o Hélade, el sabio Sócrates impartía enseñanza a sus discípulos con el método dialéctico. Dialéctica viene del griego di (dos) y logos (razonamiento). También se refiere al arte de del diálogo, a través de preguntas y respuestas.
Los tiempos del populismo que vivimos, ha desterrado incluso del parlamento, ahora asamblea, la discusión, el intercambio de ideas, el debate, cuando en el proceso de elaboración de las leyes, está establecido el debate en grande y detalle. Ahora se impone la mayoría y son aprobadas las normas con el levantamiento de la mano; son más efectivas las triquiñuelas, subterfugios, la impostura y el engaño, o como definió el ex vicepresidente García Linera, de “estrategia envolvente”.
La ciudad de La Paz, sede de gobierno, es la más afectada por las constantes “movilizaciones sociales”, que amparadas en el derecho de protesta, ocupan las calles, perjudicando a los transeúntes y atentando a su salud auditiva con petardos. Es hora de un verdadero cambio, el cambio de la violencia desde el poder del Estado y en la población del Estado.

El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.

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