domingo, diciembre 22, 2024
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Sobre la globalización

José Antonio Navia Alanez

Este Siglo XXI, es el hijo de aquel otro que se llama pomposamente el siglo de las luces, que depositó tantas esperanzas en este otro que es el nuestro.  En todo el curso de la historia no habido otro siglo con mayores posibilidades de desarrollo. Este siglo es el único heredero del gran acervo de conocimientos, descubrimientos pretéritos, para disfrutar integralmente de tantos beneficios que ofrece la tecnología.   Uno de los signos más evidentes de este siglo fueron los avances de la información a través de la cibernética, la informática, la electrónica, hasta podemos mencionar los procesos de los sistemas adicionales financieros científicos, hasta los servicios médicos, etc.  De qué nos sirve tanta tecnología, si la humanidad está confusa y en crisis, los brillos de las nuevas tecnologías ofuscan nuestra vista y perdemos el sentido de las cosas y de la vida. Una vida sin sentido se torna insoportable.

El mundo de hoy está en una confusión tan espantosa, en un estado tan alarmante, uno se pregunta qué voy a hacer viviendo en este mundo de desdicha, con una humanidad llena de sufrimiento, que el hombre causa al hombre, y todos pasan por una ansiedad de miedo.  Las dolorosas convulsiones que está pasando la humanidad son, pues, el resultado de ese desacierto que es aprovechado por algunos, para lanzar a los pueblos hacia el profundo valle de un despotismo sangriento.  “Así pues, despójense ustedes de toda impureza y de la maldad que tanto abunda, y acepten humildemente el mensaje que ha sido sembrado, pues ese mensaje tiene poder para salvarlos”. (Santiago I – 21).

Otro cambio que tiene que soportar la humanidad, es la crisis ambiental, provocada por el actual modelo económico, que es injusto, insustentable. Así también el mundo está sufriendo las consecuencias, de los fenómenos naturales, como terremotos, inundaciones, huracanes, erupciones volcánicas, sequías, etc. Todas estas anormalidades por las que está pasando la humanidad, se las atribuye a ese doloroso malestar, a la incomprensión resultante de las distancias materiales y culturales que separan a los pueblos que, al encontrarse, entrechocan con la despiadada enemistad y las acciones antihumanas de los seres humanos. Son los que producen injusticias contra los indefensos, y los más poderosos piensan que tienen su propio código moral y pueden conseguir lo que quieran, por cualquier medio, y todo esto es una maldad sin restricciones. Todos estos cambios sociales, políticos, económicos, ambientales, en este Siglo XXI son causados por el fenómeno globalizador. La globalización no es más que el inmenso poder económico de las transnacionales, que con su inmenso poder aprovechan la teoría en economía financiera.

¿Cuál es el rol de los pensadores a nivel mundial, frente a la complejidad del fenómeno globalizador que afecta a muchos países, con su poder perverso y todopoderoso? Todo esto es una agresión en contra de la humanidad y en todas sus dimensiones. Como humanidad y sociedad, nuestro deber es anunciar y luchar por una sociedad más justa y humana, debemos proponer una ética de responsabilidad liberadora, socialmente responsable al servicio de los discriminados, los excluidos, los pobres.  Qué caminos o soluciones podrán dar las organizaciones internacionales, a este modelo globalizador que afecta profundamente la vida de nuestros pueblos, con su poder económico, político.  Necesitamos un proceso de justicia social, donde reine la reconciliación de los seres humanos, donde no existan muros políticos, económicos, ni ideológicos, así vamos a construir una humanidad moral, que es la clave para nuestros tiempos.

Por deber ético y profético, la Iglesia debe denunciar las injusticias y presiones que sufre la humanidad por causa de la globalización dominante. Para contrarrestar los efectos deshumanizadores que causa este modelo económico, debemos crear nuevos parámetros de esperanza y liberación, por ejemplo, el Padre Gustavo Gutiérrez, promulga los principios de la Teología de la Liberación, el gran pedagogo Paulo Freire, la pedagogía liberadora, el filósofo argentino Enrique Dussel creó la Filosofía de la liberación.

En este mundo sumergido en una crisis social, debemos crear una teología de transformación, que sea una esperanza nacida por la fe en la resurrección de Jesús.  Así también, necesitamos construir caminos de reconciliación, entre ricos y pobres, para aprender a venerar a Dios al hombre, a la naturaleza, y todo esto desembocará en la plenitud de la humanidad.

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