miércoles, julio 24, 2024
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La voluntad de Huari

Ernesto Julián Bedregal Patiño

“Si te falta el matiz de los edenes, con tu rico metal todo lo animas…”. José Encinas Nieto.

En búsqueda del espíritu de la mina, me aventuré hacia la indómita tierra de mi bisabuelo, donde los opresores extinguen su deseo de dominio, pereciendo ante la insigne subversión del orureño. Huello de poderosos hacedores, donde se libraron cruentas batallas, hasta teñir de sangre carmesí, una bandera que simboliza la bravura de su pueblo.
“Cuando irradia el fulgor de la aurora al morir en la tierra el capuz”, los grafemas con los que soñé cobran sentido, porque mi orgullo se identifica con el ufano sentir del Sajama; entre mis letras y sus aguas termales puedo decir que habita nuestra complicidad, pues nací para dar voz a los dioses que se quedaron mudos.
Más allá de las gramíneas y las áridas faldas, donde Supay se encuentra inmerso en un profundo sueño, luego de caer derrotado por la impronta de su sino; más allá de los bofedales y las lagunas mentales, que conducen hacia un sendero místico, aún descansa la voluntad de Huari, junto a la esperanza que mantengo incólume, por mirar los ojos de la ñusta milagrosa.
Pasó de ser fundador del linaje, a ser la providencia del mundo subterráneo, manteniendo su gloria indemne; deidad de los mineros que buscan concesiones y protección, dios de los hombres que buscan favores a cambio de su devoción.
Gobierna desde su trono de estaño y plata, ataviado con piel de puma, rige las cuatro plagas con su cetro de vicuña, protegiendo las riquezas del socavón; un sitio con un fuerte olor a azufre y a copajira, así como nos lo contaban nuestros ancestros.
Se apartó de su solio, respondiendo al llamado de mis deseos, y al rozar mis ansias con su cálida energía, descubrió una conexión inmediata, una pasión tan certera que se fue materializando en fuego; aquella llama se adentró en la profundidad de la mina, evocando seres de valentía inigualable e ímpetu sobrehumano.
“Pagador el titán de los Andes ante quien humillóse el león”, nuevamente se levantó para acuñar otro lema: los diablos solo nacen en suelo boliviano; mediante las hojas de coca, el alcohol, y los cigarros, me adueñé del amparo de un antepasado mítico, y de la naturaleza divina del quirquincho.
Desde donde nace la luz, pedí por difundir mis versos, y así reclamar lo que por derecho le pertenece a Oruro, pues aquí los diablos danzan con los ángeles, en medio de las virtudes y los pecados capitales; una obra maestra de dualidad entrelazada que sobrevivió a través de los años, la auténtica heredera de los Urus, mejor conocida como Bolivia.

El autor es Comunicador, poeta, artista.

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