jueves, octubre 31, 2024
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Toda historia tiene dos lados

Ernesto González Valdés

Las redes sociales, más allá de establecer comunicaciones pertinentes, acercar distancias, además de ser fiables, suelen convertirse en campos de batallas virtuales, que giran en torno a opiniones diversas sobre diferentes temas, que pudieran no conducir a algo, más allá de provocar un alejamiento entre los que se comunican.
La Educación, los docentes, los estudiantes, también se ven afectados, desde muchos puntos de vista, por lo que citaré varios ejemplos.
Padres de familia, que ante los resultados negativos de su(s) hijo(s), suelen dudar del docente, por el comportamiento, el desempeño de los mismos, ya que en el subsistema anterior –enseñanza media o bachillerato– del cual provienen, “antes sus notas eran brillantes”.
Si el profesor es demasiado exigente, que si pone o envía muchas tareas, que es demasiada la carga de trabajo, etc. Siendo este un lado de esta historia, ¿y el otro? Un docente que no solo transmite el cómo aplicar los contenidos que imparte, ya que también promueve valores como la puntualidad en la entrega de trabajos. Es decir, son establecidas cuentas claras, a través de herramientas digitales, del período de transferir (día y hora) el trabajo realizado.
Posiblemente este docente se formó en otras circunstancias, cuando sus abuelos, sus padres, no andaban con “paños tibios” y estudiar era estudiar, con un horario establecido, con la revisión de tareas, aunque ellos no supiesen muy bien leer o escribir (¿apenas cursaron un sexto grado o menos?), ya que en el cuaderno había una parte que decía tarea, con preguntas o no –ya que era posible que el estudiante no las había anotado– y las respuestas a las preguntas estaban en blanco. Cero canales de televisión, que hoy sería cero tabletas, play station, celular y otros.
Ya en otros momentos hemos mencionado la transformación brusca que sufre el estudiante al ingresar a la universidad, donde cambia todo, Se separa un poco de un docente paternalista que tuvo anteriormente, lo cual no excluye que tengamos profesionales de la docencia que asuman el rol de los padres, como tutores que escuchan, aconsejan, recomiendan, que llenan el “vacío” que se crea en la casa, por considerar que YA son universitarios y, obviamente, no es así, sobre todo en los primeros años de estudio.
Otro elemento a tener en cuenta, buscando el equilibrio entre los “dos lados”, resulta indagar, escuchar, analizar a través de diferentes fuentes (confiables, responsables) cuando se inscribe una clase y los padres de familia, preguntan: “¿Quién es el docente que dará esa clase?”, además de afirmar que “¡Ese NO!, con él no, ya que me han dicho otros padres, que es muy serio y “pelea” mucho, hasta alcanzar el nivel de “ser grosero”.
Esta situación me conduce a pensar en un “fake news o falsa noticia”, de las que tantas navegan. ¿Por qué no recurrir al “otro lado”, una vez más? Solicitar –a la institución– criterios sobre el docente, sobre su desempeño. Es más, conversar con el propio docente.
No queda duda que en la medida que exista un sentido común –entendido como “Capacidad para juzgar razonablemente las situaciones de la vida cotidiana y decidir con acierto”– entre las partes o lados, la distancia será menor, ¿y los resultados? Tal vez llenen las expectativas.

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.

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