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Educación Sexual y Preventiva

La Sexualidad es considerada como un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vive y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales (Organización Mundial de la Salud, 2006).

 

Una realidad boliviana es que hablar de educación sexual puede ser un tema muy controversial, dependiendo del segmento en el que se la desarrolle. Mas hacerlo en el ámbito educativo, dentro de colegios y escuelas, resulta polémico. Porque en la medida en que el tema involucre o aborde puntos de vista que activen los prejuicios de las familias y de algunos educadores por diferentes posturas políticas, religiosas, culturales o similares; se generará una discusión poco productiva, que concluya por lo general en la postergación del tema, su omisión o condicionamiento que a vista y criterio de varios especialistas solo entorpece el desarrollo social e impulsa una secuencia de problemas mayores.

 

Tradicionalmente, la formación en sexualidad se ha considerado como parte de la tarea educativa de la familia; sin embargo, factores socioeconómicos y principalmente culturales impiden su cumplimiento. En tal sentido, los sistemas educativos han generado programas de educación en sexualidad, con enfoques diferentes, de acuerdo con las corrientes de pensamiento existentes.

 

Si la familia no está en condiciones de proporcionar la debida formación en sexualidad a los niños y jóvenes, se espera que lo hagan las unidades educativas. Sin embargo, los esfuerzos hechos por autoridades de gobierno y organizaciones especializados en la materia, han encontrado dificultades para su implementación en los colegios: por una parte, la concepción tradicional de que la educación sexual es responsabilidad exclusiva de los profesores de Biología, orientadores y profesoras de religión. Siendo una realidad, que la educación sexual es un tema transversal que afecta a todo el centro; es decir, una faceta más dentro del proceso formativo integral de las estudiantes. Por otra parte, otra dificultad notable es, la falta de preparación de los docentes, para asumir como educadores esta responsabilidad en un campo tan complejo como es la educación sexual, donde se entrecruzan con los modelos axiológicos a los que se adscriben las familias.

 

A su vez, los jóvenes presentan reparos importantes a la hora de hablar de la sexualidad durante la impartición de los programas educativos que se refieren a la educación sexual. Señalan como elemento clave, la edad de quien imparte el programa, puesto que, manifiestan más empatía  con alguien más semejante a ellos, principalmente en edad.

 

El mundo de los adolescentes va diseñado sus propias pautas de comportamiento sexual generadas y transmitidas en el ámbito de las denominadas “tribus urbanas” o en sus pequeños y diversos grupos sociales. Por esta razón, es tan importante comprender que para avanzar en la educación sexual de los adolescentes y jóvenes es preciso que la formación comience muy temprano, en la niñez. Las percepciones que comunican las jóvenes respecto a su sexualidad tienen que ver con ser “como las demás”, que tempranamente se inician en su vida sexual. Son momentos de pasarlo bien, sin restricciones y sin la mirada de los adultos. Así se configuran los contextos propicios para practicar las conductas de riesgo, como beber alcohol, consumir drogas y tener relaciones sexuales.

 

Siendo los padres los primeros modelos de niñas y niños desde el nacimiento. Ellos aprenden a desarrollar, por imitación inicialmente, diferentes roles dentro de la sociedad, que serán determinantes de su identidad como adultos. Desde muy temprano comienzan a interesarse por el mundo que los rodea, la curiosidad sobre temas sexuales aparece como parte de las interrogantes propias del mundo en que el niño está inmerso. Ante ello, muchos padres se incomodan frente a este tipo de preguntas, manifestando su inseguridad para enfrentar la situación. Los niños en la búsqueda de la satisfacción de su necesidad de conocimiento, deciden llevar estas interrogantes al grupo de amigos, comenzando así el pacto de silencio implícito entre padres e hijos ante estos temas. Sin embargo, hoy en día se encuentran también con otros informantes de fácil acceso para ellos como, la publicidad, los medios de comunicación de masas, las redes sociales y similares que brindan sin reparo e irresponsablemente este tipo de mensajes eróticos. Considerando que hoy en día son agentes socializadores muy relevantes dentro del entorno de los niños y adolescentes.

 

En el escenario descrito de obvia falta de respuestas ante la irrupción de lo sexual, los adolescentes e incluso niños van construyendo sus propias normas, creando sus propias expresiones de sexualidad, sin tener soporte psicológico ni madurez suficiente para ello.

 

De acuerdo a lo señalado, se puede afirmar que las prácticas sexuales y sus significados varían según las diversas dimensiones sociales, tales como las generaciones, el sexo, los imaginarios sociales que se construyen en torno a ellos. En definitiva, la sexualidad no se reduce solo a la dimensión biológica en los seres humanos, sino considera también la construcción social y cultural que la involucra. Este conjunto de significaciones compartidas llegan a configurar el “imaginario social”, definen y estipulan lo que para la sociedad será valorado y/o rechazado.

 

No puede ignorarse que a diferencia de concepciones pasadas, en la actualidad al hablar de pareja ya no se busca “ser uno”, es cada vez más llamativo y más recurrente que se permita realizar y mantener la propia identidad de cada miembro en la pareja. Convirtiéndose en una condición necesaria para sostener la subsistencia de la pareja. Con esta aseveración, no se pretende indicar o sugerir que esta característica de desarrollo social este herrada; mas sí se desea hacer énfasis en que esta nueva característica de las relaciones afectivas de pareja es ampliamente susceptible de ser mal interpretada y aplicada por los adolescentes ya que también es un tema, muchas veces relegado o superficialmente visto por el seno familiar y escolar.

 

Y la verdad, es que la complejidad de los comportamientos sexuales de los humanos, la sexualidad, es producto de su cultura, su inteligencia y de sus complejas sociedades, y no están gobernados enteramente por los instintos, como ocurre en casi todos los animales. Por ello es muy importante y altamente urgente atender esta necesidad, esta responsabilidad.

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