lunes, julio 29, 2024
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Una amenaza de convulsión social

Severo Cruz Selaez

Se cierne, peligrosamente, una amenaza de convulsión social. Quienes alientan esa posibilidad, son aquellos que buscan imponer, a rajatabla, sus objetivos políticos, con miras a las próximas elecciones. Quieren salir con las suyas, empleando la fuerza, instalando puntos de bloqueo y otras medidas, que incluirían el derramamiento de sangre. Ahí se ve la mezquindad de esa gente oportunista, que pretende retomar el Poder, para seguir medrando.
“En las últimas décadas, la población boliviana observa un permanente estado de conflictos callejeros que se traducen en bloqueos, marchas, huelgas, etc., los mismos que en acumulación permanente, cambiaron en intensidad y empezaron a convertirse en antagonismos cada vez más violentos, hasta dar lugar a algún cambio de gobierno, aunque no fueron resueltos los problemas más preocupantes y se volvió a fojas cero”, argumenta un medio impreso, de circulación nacional (*).
El país no debe ser objeto de chantaje, por quienes creen ser dueños de él. No puede estar supeditado al capricho de unos cuantos, que, en el pasado, hicieron un “Carnaval” del destino nacional, según la memoria histórica. Por esos despropósitos ahora tocamos fondo, en materia económica.
Deberían ser tomados todos los recaudos ante esa amenaza. A fin de garantizar la convivencia pacífica e imponer la autoridad correspondiente. Que nadie se extralimite con medidas que atenten contra el trabajo, la producción y la exportación, cuando se requiere reactivar la economía y atraer dólares, para salir del atolladero que heredamos del populismo izquierdista.
La ambición particular, de supuestos “salvadores”, nos llevaría a ese extremo. El capricho, la obstinación y la ceguera de esos personajes, que pasaron a la historia sin pena ni gloria, no deben devastar el esfuerzo de oriente y occidente, tendente a lograr un futuro mejor, pese a la adversidad. Por ello las ambiciones personales deberían ser descartadas. No se debería tolerar que sea quebrado el espíritu de la democracia, lo que derivaría en una confrontación inútil.
Del 2006 al 2024, han cambiado, radicalmente, las cosas. La mentalidad política, en particular. Ahora nadie aviva ni cree en el odio, el racismo, la discriminación y el regionalismo, como una alternativa política. Los bolivianos propugnan la unidad para lograr desarrollo sostenible. En las ciudades, en las minas y el campo, no esperan al “Mesías”, sino al líder, de convicción democrática y respetuoso de la ley, que ponga las cosas en su lugar. Que genere empleo, restituya la paz social y apuntale el pluralismo político, para seguir sobreviviendo, en esta difícil coyuntura democrática. Que aminore la persecución política, que libere y permita el retorno de los exiliados, a fin de profundizar el actual sistema. Así, con estos apuntes, pudimos reflejar, lo ocurrido en el pasado y el presente.
En suma: debería primar la cordura y la responsabilidad de quienes practican política.

(*) “Impune queda hoy la violencia”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 6 de marzo de 2024.

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