lunes, diciembre 23, 2024
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El reto de la juventud

Salir adelante en tiempos de pandemia es el reto de la juventud. Superar los traumas de la cuarentena del 2020, que restringió la actividad económica, laboral y de enseñanza, por actitud preventiva, para evitar la propagación del Covid-19. Que profundizó las necesidades de los más pobres. Que derivó en la educación virtual, cuya aplicación confronta serios problemas. Que echó a la calle a miles de trabajadores, quienes engrosaron la actividad informal. Que provocó el cierre de 300 industrias, según se informó a fines del pasado año.
Sabemos que muchos jóvenes viven en condiciones infrahumanas, por marginación, discriminación y exclusión social, pese que hubo una experiencia populista por más de 14 años, que hizo poco o nada para encarar esa situación. Pese que hubo una bonanza económica que llenó el bolsillo de pocos y se olvidó de atender las necesidades de los más. Pero que ello no sea óbice para dejar a medias la búsqueda de mejores condiciones de vida.
La juventud, además, fue manipulada y engatusada, por elementos inescrupulosos del quehacer político. Lo hicieron con afanes electorales o para perpetuarse en el Poder. Lo hicieron para engrosar sus caminatas, con sus banderas y gorros del color preferido. Lo hicieron tendiendo trampas y falsas expectativas. Llegado el momento de las decisiones, ignoraron su desesperación por tener un presente más llevadero. Se olvidaron de tomar nota de sus necesidades más elementales. La juventud pasó, de esta manera, a un segundo o tercer plano, en la agenda de los amos de turno.
La juventud debería forjarse en el trabajo y el estudio. Unos como trabajadores o emprendedores, otros como hombres y mujeres profesionales, con títulos académicos. Entonces serán instrumentos al servicio del país y de la población. Pero para que sea así el Estado debería prestarle todo el apoyo necesario. Sin éste no será posible lograr avance alguno. Es fácil afirmar, como alguien lo hizo en días recientes en un país vecino, que los jóvenes que no trabajan ni estudian, deberían ir al cuartel. Pero es difícil construir las condiciones más apropiadas para que gocen de bienestar y superación. Asumiendo, fundamentalmente, los principios de solidaridad y desprendimiento. Pocos lo hicieron.
La juventud exige respuestas inmediatas, en una era marcada por el Covid-19. Nada de discursos ni mensajes, sino hechos concretos, que devuelvan la fe en un destino mejor. Hechos que deberían redundar en logros palpables, como la generación de mayores oportunidades, fuentes de trabajo y facilidades, para seguir con los estudios.
Los días que vendrán no son previsibles, en pandemia, particularmente. A ello se suma la crisis económica, agudizada por el coronavirus. Los commodities no tienden a subir de precios, salvo algunos, en desmedro de la economía de los países exportadores de materias primas. El panorama es muy adverso.
En suma: debiéramos procurar construir, extremando esfuerzos, en unidad nacional, en un país inclusivo, sin niños pobres, sin deserción escolar y sin jóvenes frustrados. Con actividad económica, laboral y educativa, prioritariamente. Tomando en cuenta que la juventud es el presente, no el futuro. Anótese esta realidad.

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