El 6 de agosto de cada año es especial para los bolivianos porque es Día de la Patria, el solar que nos vio nacer y nos lanzó a la vida. Un día que es un permanente reclamo para gobernantes y gobernados; un día que implica que nuestra Patria demanda amor y entrega de todos sus hijos. Un día que tiene que ser motivo para renovar firmemente sentimientos de amor, fe y esperanzas de que más temprano que tarde todos los bolivianos habremos de resolver las dificultades que, por muchas décadas, nos han tenido desunidos, por un nomeimportismo que nos cegó y no dejó que antepongamos los intereses del país a todos los sentimientos y propósitos que nos anquilosaron. Esa conducta no nos dejó caminar por las sendas trazadas por los Libertadores Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, seguidos por el Mariscal Andrés de Santa Cruz que tanto hizo y dio por la unidad nacional, para que los bolivianos tengamos, como premisa y razón de vida, a la Patria sobre cualquier interés y conveniencia.
Vivimos tiempos en que, a más de los problemas que casi por siempre nos han separado y maltratado sentimientos y sanas intenciones, hoy y casi desde hace dos años, sufrimos los embates del coronavirus que, de tanto en tanto, nos coloca en pandemia que nos quita mucho de lo que siempre hemos anhelado: paz, fe y esperanza, propósitos para superar todo lo que angustia y separa, así como confianza en que los bolivianos con capacidad podremos vencer cualesquiera dificultades, por nuestras virtudes.
Muchas veces, los buenos propósitos, las intenciones más sanas y las esperanzas más profundas las hemos visto postradas o anuladas por intereses y conveniencias ajenas a lo que sentimos en lo más íntimo de los corazones, las mentes y los espíritus de bolivianos de todas las generaciones por alcanzar la plenitud de las libertades, el desarrollo y progreso sostenido en beneficio general. Pero intereses creados y conveniencias político-partidistas, sujetos a ambiciones personales, han postrado al país en todo lo negativo. Sin embargo, más han podido los bienes morales para que, finalmente, lleguemos a vislumbrar lo siempre ansiado, lo que precisamos haciendo abstracción de intereses nada importantes para la nación.
Hoy nuestra Patria está al son de lo que pregonan y ansían todos los corazones en busca de que, finalmente, haya concordia y paz, armonía y confianza, fe y esperanza en todos los bolivianos, que unidos sabremos destruir las cadenas que nos aprisionan y evitan la unión, vencer la pobreza y el subdesarrollo. Vivimos la certeza de que en la medida en que Bolivia nos lo reclame, sabremos responder a su confianza y que sus esperanzas se hagan realidad en el menor tiempo; que quienes nos gobiernan hayan aprendido de sus propias experiencias de que odio, revanchismo y los intereses solamente partidistas no sirven como instrumento de amor y servicio, porque, al contrario, son elementos que dividen, anquilosan y destruyen, haciendo pareja con el virus que carcome las vidas de nuestros conciudadanos.
Quienes manejan los poderes de la nación aprenderán a respetar y amar lo que es caro para todos: libertad, fe, esperanza y caridad, sobrellevando todas las dificultades y vivir en armonía, concordia y paz con miras a objetivos comunes del desarrollo y el progreso armónico sostenidos, siempre confiados en que Dios, con amor, misericordia y sabiduría, bendecirá a nuestra Patria.
En la medida en que la Patria lo reclama…
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