miércoles, julio 24, 2024
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Compartiendo diálogos conmigo mismo

La alegría como signo de encuentro

Víctor Corcoba Herrero

Cuando descubro al Señor en la vivencia poética de cada día, el corazón se satisface con el gozo místico del verso y la palabra; sólo hay que dejarlo entrar en nuestro interior, sentir su presencia que vence el miedo y revienta las congojas, porque te hace saber su empeño, que no es otro que la sanación del alma. En efecto, la satisfacción viene de Dios mismo al sentirnos amados por Él.

I.- La familiaridad vinculante con Jesús
Discernir qué sucede mar adentro, o qué arropan nuestras corrientes; cuáles son las dudas y los temores, han de hacernos repensar el vuelo, porque los exteriores nos engañan.
Existimos como creación celestial, y como recreación divina de amor; requerimos hermanarnos entre sí, volver al Padre a través de su Hijo, que es lo que disuelve las tristezas.
La cercanía con Jesús de Nazaret nos redime, nos libra de este mundo mundano, nos exime y nos absuelve del mal, con la nítida fuerza de su bondad, pues tras la cruz se engendra vida.

II.- La confianza íntegra entre
hermanos de Dios
Vuelva a nosotros el bien divino, la benevolencia del Crucificado, la gloria de su misericordia pura, para que el ahogo se transforme, y lo irracional tome racionalidad.
Con la entereza de seguir a Cristo, verdadero artífice de lo armónico, nada se resiste y todo se afronta, porque al ser curtidos por el bien, la calma divina nos colma de paz.
Nuestra ruta es el espíritu orante, gozar de la dulzura del Altísimo, alegrarse con el don de su hálito, alojarse en el culto al sacrificio, abrazado a sus brazos en abrazo.

III.- La autoridad plena con quien
es camino de luz
Su verbo es un verso en coalición, su revuelta es una vuelta mística, una evocación a la contemplativa, a la expresión etérea de la virtud, expuesta y dispuesta como poema.
La voz del Maestro es inmaculada, con su vida pregona el fin glorioso, enhebra la mejor obra de voluntad, proclama la grandeza de la verdad, nos enseña el camino y nos cuida.
Hay que ponerse en faena a tejer, y a entretejer el cariño con el niño; a entrelazar los pueblos divididos, y a enlazar el cielo con el mundo; antes de que el poeta se nos vaya.

corcoba@telefonica.net

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