La reciente manifestación liderada por Jair Bolsonaro en Río de Janeiro, donde exaltó la figura de Elon Musk como símbolo de libertad de expresión, nos brinda una oportunidad única para reflexionar sobre las distintas interpretaciones y manifestaciones de la libertad en nuestro mundo contemporáneo. Este evento no solo destacó la situación política en Brasil, sino que también nos permitió trazar paralelismos con Bolivia, donde la libertad de expresión enfrenta sus propios desafíos.
Elon Musk, quien ha estado en el centro de controversias por sus políticas de gestión en la plataforma X (Ex-Twitter), se configura como un visionario absolutista de la libertad en la era digital, quien nos invita a contemplar un horizonte donde la libertad de expresión se funde con la innovación, privilegiando la menor restricción posible en la circulación de ideas y opiniones. Además, abiertamente ha criticado las acciones que considera censura, como las medidas tomadas por el juez Alexandre de Moraes en Brasil, que buscaban supuestamente regular la diseminación de noticias falsas y discursos de odio en la red.
En discordancia, en Bolivia se observa una situación donde la libertad parece estar coartada no solo en el ámbito digital, sino también en el judicial. La percepción de que los jueces están subordinados al poder político de turno, y que actúan con parcialidad, plantea serias preguntas sobre la independencia judicial y la salud de la democracia boliviana. Esta situación refleja una restricción más estructural y profunda a las libertades, que va más allá del control de las redes sociales.
La situación boliviana se torna aún más compleja cuando se considera la falta de transparencia y el manejo arbitrario del poder, elementos que socavan no solo la libertad de expresión, sino también otros derechos fundamentales. Este entorno represivo se ve reflejado en la manipulación de la justicia para fines políticos, lo que se aleja del ideal de una democracia robusta y saludable, donde la ley se aplique de manera justa e imparcial.
Este escenario es un recordatorio sombrío de cómo la falta de independencia judicial puede ser utilizada para suprimir voces disidentes y mantener el control político, un tema alarmantemente opuesto a los ideales.
La libertad de expresión es un derecho complejo y multifacético, cuya interpretación y aplicación pueden variar significativamente de un contexto a otro. Mientras Elon Musk aboga por una plataforma sin restricciones en el mundo, en Bolivia, los debates sobre la libertad se entrelazan con cuestiones de legalidad, ética y poder político. Por ello, es fundamental que todos permanezcamos vigilantes y críticos frente a los esfuerzos por moldear este derecho esencial según conveniencias políticas, asegurando que la libertad de expresión sea un pilar de democracia genuina y no una herramienta para manipular y restringir.
El Autor es Abogado Magister en Seguridad, Defensa y Desarrollo, Diplomado de Altos Estudios Nacionales y Director del Centro de Investigación CINDEPRO.