El deber ante Bolivia

Cuando uno busca el poder, debería buscarlo para “hacer grande” a su país, impulsar el crecimiento de le economía, garantizar la seguridad para los ciudadanos y crear las bases para un futuro mejor.
Al menos para mí, la idea pasa por impulsar a Bolivia, solucionando los grandes problemas estructurales y aplicar políticas que garanticen el crecimiento y la estabilidad; pero también buscar que nuestro país tenga un nuevo rol dentro de la región, que pasemos a ser un actor importante y empecemos a hacernos “notar” en el ámbito del comercio y la geopolítica internacional. Pasa por consolidar a la nación boliviana, ofrecer orden y seguridad a los bolivianos y convertirnos en un país exportador. Muchos otros tienen visiones diferentes de país, pero creo que nadie quiere el quiebre y la “caída” de Bolivia, todos buscan su bienestar, salvo sean enemigos.
En este momento, el bienestar de Bolivia y de sus habitantes está en grave peligro, pues estamos ante las puertas de una crisis, con altas probabilidades de ser catastrófica y traumática. El gobierno de “Luchito” evita afrontar la crisis, algo que amenaza la prosperidad de nuestro país; la crisis actual, tanto política, económica y social, ha sido generada por el MAS. Han destrozado Bolivia a pedazos y con el fin de la “era del gas”, se está haciendo cada vez más evidente su pésima administración. En una crisis, cada día es clave para actuar, pues no actuar a tiempo puede significarle a Bolivia afrontar una situación muy dura.
La crisis de la década de los ochenta fue causada por múltiples actores y fue producto de pésimas políticas económicas arrastradas por décadas. El modelo “revolucionario” adoptado por el MNR, en el cual el Estado tenía un peso importante en la economía, se tradujo en mucha ineficiencia y en las quiebras posteriores de muchas empresas públicas “claves” en sectores de la economía. Este modelo no logró un crecimiento real para Bolivia y fue responsable de “atrasar” a nuestro país por décadas. Ese modelo también explica los grandes problemas estructurales de nuestro país, no solo en lo económico, sino también en lo político y lo social. Con la llegada de Hugo Banzer al poder, se optó por un modelo de alto endeudamiento para “impulsar” a los sectores productivos y ofrecer grandes obras públicas (carreteras). Este modelo funcionó, ya que fue la década de los setenta, cuando Bolivia conoció un desarrollo notable. Empero este endeudamiento y modelo de fuerte gasto trajo consecuencias para nuestro país, y fue gran responsable de la crisis vivida en los años ochenta.
Hoy tenemos un panorama similar, por un modelo masista que ha logrado estabilidad económica gracias al gas y al endeudamiento, pero que ahora es insostenible. Al igual que en el siglo pasado, Bolivia está frente a un modelo de crecimiento artificial, basado en la venta de materias primas y sostenido sobre la base de altos índices de endeudamiento. Un modelo que no ha permitido el despegue de la empresa privada nacional y menos ha garantizado un desarrollo real para los bolivianos.
Víctor Paz Estenssoro y Hugo Banzer al ver a Bolivia en una encrucijada y un quiebre total, dejaron sus diferencias a un lado y consolidaron el “pacto por la democracia”, acuerdo fundamental que otorgó gobernabilidad y permitió terminar con la crisis, aunque, claro, con un alto costo social. Ambos expresidentes fueron responsables en parte de la crisis, uno instaurando el “modelo revolucionario”, mientras que el otro endeudando a Bolivia. No olvidemos a Hernán Siles Zuazo, quien profundizó el modelo y dictó políticas incoherentes que empobrecieron a los bolivianos; empero, cada uno aceptó su rol. Paz y Banzer adoptando nuevas políticas, actuando de forma conjunta y Siles Zuazo exiliándose, sabiendo que su tiempo en la política había terminado.
El MAS tiene un deber histórico ante Bolivia y debe responder a ello, ya sea acabando con su modelo económico o dando un paso al costado, en caso contrario, estamos ante enemigos de la nación boliviana.