miércoles, julio 3, 2024
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Es crucial combatirla

Desinformación ataca a las emociones y lacera democracia

> Las redes de desinformación están movilizadas por potentes intereses políticos y económicos, que invierten tiempo y dinero en posicionar discursos y narrativas que favorecen a la polarización y la violencia. > Advierten que la sociedad boliviana está actualmente “hiperelectoralizada” gracias a pugnas internas del oficialismo, y que en un futuro cercano vendrá una ola más grande de desinformación, por lo que es importante generar pensamiento crítico al recibir todo tipo de información.

En el actual escenario sociopolítico “hiperelectoralizado” y con miras a las próximas elecciones, es crucial entender que la desinformación se alimenta de las emociones y busca exacerbar el odio y la violencia de la población, lo cual lacera la calidad de la democracia y el ejercicio de los derechos humanos, según observó la editora en jefe de Bolivia Verifica, Patricia Cusicanqui Hanssen.
Luego de brindar una disertación sobre los efectos de la desinformación en la calidad de vida de la ciudadanía, la experta considera que es “sumamente importante contrarrestar y combatir la desinformación porque los contenidos falsos y engañosos laceran la calidad de la democracia y laceran el ejercicio pleno de los derechos humanos”.
En entrevista exclusiva con EL DIARIO, Cusicanqui identificó cuatro aspectos principales en los que la desinformación ataca a la sociedad: la calidad de la democracia, la (in)seguridad cibernética, las narrativas sobre la salud y la generación de discursos de odio.
En cuanto a lo político, Bolivia Verifica encontró que gran parte de la desinformación en este aspecto esconde intereses político-partidarios y en desmedro de gestiones de Gobierno en todos sus niveles; en temas de salud, se esparcieron mitos alrededor de las vacunas y medicación alternativa para combatir el covid; en ciberseguridad, la enorme proliferación de estafas dirigidas sobre todo a poblaciones más necesitadas; en discursos de odio, los estigmas en torno a cuestiones raciales, de clases sociales e identidad sexual.
Otro aspecto relevante es el hecho de que la desinformación es movida por potentes intereses políticos y económicos, por lo cual es crucial considerar este tema como una prioridad para tener calidad de vida. Para estar protegidos frente a esta flagrante amenaza, recomendó mantenerse actualizados y generar esfuerzos mancomunados entre instituciones y sociedad civil, ya que quienes se dedican a desinformar lo hacen con una fuerte inversión de tiempo y dinero, por lo que la población debe actuar a la par.

¿QUÉ ES DESINFORMACIÓN?
“Desinformación es todo contenido creado de manera malintencionada para dañar a una persona, un grupo, una organización civil o política, un país o una población vulnerable, es algo que afecta en todos los niveles. En el ámbito político, por ejemplo, hablamos de desacreditar al oponente político y generar daño en la democracia. Es mover las aguas para generar desconfianza, alterar el orden social y provocar a la violencia”, explicó Cusicanqui.
Aunque, actualmente se evita emplear el término “fake news” (noticia falsa) de manera oficial, mencionó que la población ya está ampliamente familiarizada con su significado, pero se prefiere usar el término “desinformación”.
En esa línea, recordó los hechos de 2019 como uno de los tantos ejemplos de momentos álgidos de desinformación, cuando la población estuvo expuesta a un sinfín de noticias y hechos que no fueron del todo verídicos. “La cantidad de mentiras que circulaba en redes sociales ha motivado y derivado en muchas acciones de violencia. Había muchas cosas que eran ciertas, pero otras no, y lo que la gente hacía era ponerse a la defensiva y salir a las calles”, señaló.

CALDO DE CULTIVO DE CIBERDELITOS
En cuanto a la ciberseguridad, Cusicanqui informó que se encontró un “enorme volumen” de verificaciones sobre estafas, lamentando el hecho de que los ciberdelincuentes se mueven más rápido que cualquier medida de seguridad. “Están cada vez más especializados y la información que comparten (parece) tan verídica, que la cantidad de gente que cae es impresionante”, advirtió.
En cuanto a los ataques cibernéticos, sus verificaciones muestran que el principal objetivo es la población más empobrecida y necesitada ya que se juega con sus necesidades y miedos. En su criterio, la educación precaria, la pobreza y el desempleo en la sociedad son el “caldo de cultivo ideal” para los ataques.
Al respecto, apuntó que es menester tratar estos temas en políticas públicas sobre educación no solo primaria, pues es evidente que en las universidades no hay materias transversales ni contenidos obligatorios que aborden esta problemática, sobre todo en carreras como Derecho y Comunicación.
Para mitigar los impactos del cibercrimen, Cusicanqui destacó que es importante tener una postura crítica ante toda la información que circula, a la par de lo que las políticas de Estado puedan ofrecer. “Hay que trabajar mucho en el desarrollo de pensamiento crítico, no puede ser que seamos consumidores pasivos de información”.

EMOCIÓN VS. RACIONALIDAD
La especialista explicó que la desinformación se propaga a través del exacerbamiento de los miedos y creencias de la población, haciendo que ésta actúe por sus emociones más que por la racionalidad. Al encontrar el lector una noticia que se alinea con sus valores y creencias religiosas, políticas o ideológicas, puede llegar a compartir y difundir el material inmediatamente, antes de siquiera comprobar su veracidad.
Esto permite que la mentira se disemine hacia el resto de la sociedad, al igual que una enfermedad se esparce por el cuerpo al hallar bajas defensas. De igual manera, si uno recibe información que no se alinea con las creencias propias, o que alimenta los miedos internos, la persona probablemente no lo comparta, incluso si el contenido es verdadero, apuntó la entrevistada.
“Esa es una característica de la desinformación: apela a nuestras emociones, a nuestros miedos, dudas, creencias políticas y religiosas. Si recibes un contenido que ataca a una ideología con la que sientes alguna afinidad, (…) lo que haces es sentirte afectado. Si tú crees que el contenido traduce tu pensamiento, encima lo compartes, y puede ser falso. Algo que debería ser tan racional, en realidad es manipulado para que la gente reaccione desde las emociones”, explicó.

FALTA DE INTERÉS INSTITUCIONAL
Cusicanqui también remarcó que otro aspecto que contribuye a la desinformación en Bolivia es que no existe una ley de acceso a la información pública, lo cual impide la verificación de noticias e información a través de consultas a las páginas web de instituciones públicas. En su lectura, esto ocasiona que el bulo o rumor se continúe esparciendo porque “nadie obliga” a las instituciones a compartir datos que no tienen por qué ser secretos.
Para la entrevistada, el hecho de que Bolivia no tenga una ley para esto es otra muestra de la “falta de interés institucional” de que el problema se resuelva, tanto a nivel del Ejecutivo como de todos los poderes del Estado.
“Somos tres países de toda la región que no tenemos: Bolivia, Cuba y Surinam. El problema es que cuando quieres verificar un dato, entras a las páginas de las instituciones públicas y el dato no está. (…) Cuando te llega algo de lo que tú dudas, deberías poder entrar a una página web o acercarte a una institución y nadie debería negarte esta información, porque le pertenece a la ciudadanía”, reflexionó.
Finalmente, la editora en jefe de Bolivia Verifica (iniciativa de la Fundación para el Periodismo, encargada de monitorear y verificar información dolosa) aseveró que la sociedad boliviana ya está altamente electoralizada desde fines del año pasado, con la pugnas internas del oficialismo que desataron un gran volumen de desinformación interna. En tal sentido, advierte que se viene una ola de desinformación más grande que se irán activando con los temas de coyuntura que irán surgiendo en torno a las próximas elecciones.

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