domingo, diciembre 29, 2024
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La divisa del dólar

Eric L. Cárdenas del Castillo

El dólar es la moneda oficial de los Estados Unidos de Norte América (USA), pero a su vez se ha constituido en una divisa internacional, es decir en una moneda “referencial” para el intercambio y transacciones sobre bienes y servicios en el mundo, o buena parte del mismo.
Hasta la victoria de los países aliados encabezados por los Estados Unidos en la segunda guerra mundial (1939-1945), la divisa era la libra inglesa, que tenía un gran respaldo en oro físico y otros valores. Al constituirse el Estado Federal de Estados Unidos en la primera potencia del mundo, su moneda también se convirtió en la divisa para transacciones en la interrelación comercial de los países.
El dólar no es más que una moneda, y ésta es considerada un “medio de cambio”, que puede la moneda comprar; pero es porque ha sido puesta anteriormente en circulación por un acto de producción, no hacen más que reflejar su valor. (La Moneda de Louis Baudin).
La divisa en economía, es la moneda extranjera referida a la unidad monetaria de un país que la adoptado, más concretamente es la moneda extranjera que tiene a su disposición un país en el exterior en forma de dinero acuñado, letras, papel moneda, cheques o créditos (Enciclopedia de Contabilidad, Economía-Finanzas y Dirección de Empresas de J.R. Bach). Desde hace algún tiempo los países tienen su moneda acuñada y valores en sus Bancos generalmente estatales, evitando la salida de moneda sólo para adquirir productos.
Como vemos las divisas son una variable importante de la política económica de los países y se manejan dentro lo que se denomina “política monetaria”, que regula su valor, cantidad de circulación monetaria, su valor frente a la divisa extranjera y debe estar respaldada en su valor, por el valor de sus reservas en moneda extranjera (divisas), títulos valores, etc.
La Economía de un Estado es muy parecida a la economía familiar, que se basa en los ingresos (salarios, rentas etc.), inversiones y gastos (generalmente en bienes de consumo), y ahorro el mismo que se debe invertir. El ahorro se da cuando los ingresos son mayores que los gastos y permiten un margen de ahorro. El Estado igualmente basa su economía en los ingresos (impuestos, rentas y comercio exterior), lo que le permite gastos e inversiones, pero necesita también un margen de ahorro para respaldar el valor de su moneda, ahorro que se lo efectúa en divisas (dólares).
En nuestro medio se ha producido una baja considerable en las “reservas Internacionales” que en el año 2014 llegaron a l5.000 MM de dólares y ahora están alrededor de l.700 MM., lo que ha producido un escasez de la moneda norteamericana en el mercado interno y la aparición de un mercado paralelo de divisas con un valor superior al 30% que el oficial (inexistente en ventanillas), lo que ha determinado una subida de los precios de los productos de consumo, pues la mayoría de esos son importados y aun los de producción interna han elevado su precio.
El gobierno del Estado ha intentado encarar el problema de la falta de dólares en el mercado interno, con algunas medidas como la pretensión de buscar una moneda sustituta del dólar, como el “yen” chino, o la apertura de una cartera de captación de dólares del público con un interés más elevado que el fijado y la promesa de la devolución de los depósitos en la misma moneda de depósito, además de acuerdos con las organizaciones de los empresarios privados para que éstos exporten con mayor libertad y traigan sus divisas, pero el problema es: ¿a qué precio? Medidas que no han resuelto el problema.
El origen del problema de las divisas, se origina en la baja de los ingresos por exportaciones de gas a los mercados externos, pues ha bajado la producción por ausencia de exploración de nuevos campos, de tal manera que, de alrededor de 6.000 MM de dólares de ingresos por exportación de gas, ahora se tienen alrededor de 2.000 MM, y los gastos e inversiones fiscales suman y siguen.
El problema que inquieta a la ciudadanía, pese a la propaganda y las declaraciones de los funcionarios de gobierno que aseguran que vivimos en una sociedad próspera y de los asambleístas del oficialismo que sólo demuestran su ignorancia del tema, es que el cuadro económico del país está en franco deterioro, que requiere se tomen medidas “heroicas” para enfrentar el cuadro, que como dijimos en notas anteriores, puede agudizarse hasta llegar a situaciones que históricamente ya vivimos antes (gobierno de la UDP).
La gestión de gobierno debe responder a la “realidad nacional” y no a las buenas intenciones y criterios electoralistas. Seguramente todos los ciudadanos deseamos que sean solucionados los problemas, pues somos los que primero nos vemos afectados, pero demandamos de los gobernantes reciedumbre y capacidad para superar los problemas, pues esa es su función.

El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.

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