Una de las principales conclusiones del IX Foro Social Panamazónico (Fospa), que finalizó ayer, fue que la Amazonía se encuentra en una “crisis climática”. El evento se desarrolló con delegaciones de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela en Rurrenabaque, Beni.
“Nos reunimos en un momento amenazador para la humanidad y el planeta. Las guerras, el hambre y los desastres climáticos son procesos que se retroalimentan, reproduciendo y ampliando la crisis climática del capitalismo”, se lee en el mandato de Fospa.
En estos cuatro días del evento se abordaron cuatro ejes: pueblos y autonomías indígenas, madre tierra, extractivismos y alternativas, y resistencia de las mujeres.
“Las comunidades originarias, arraigadas al territorio, buscamos ejercer la autonomía de acuerdo a nuestras normas y procedimientos propios, desligándonos de la tutela estatal que ha marcado la historia”, indica la primera resolución respecto a los pueblos y autonomías indígenas.
Enfatizaron que la búsqueda de autonomía indígena es más que un movimiento local; representa un esfuerzo político hacia el autogobierno y la libre determinación.
Una resolución del evento, derivada del eje centrado en la Madre Tierra, advierte que el colapso climático causado por la deforestación y el extractivismo pone en peligro la supervivencia de la Amazonía y sus comunidades, así como la vida del planeta. Insta a los países responsables del calentamiento global a asumir una deuda ecológica para regenerar la Amazonía, y subraya la necesidad de que los países panamazónicos adopten un paradigma social del buen vivir.
Además, aprobaron promover la justicia hídrica, proteger los bosques amazónicos y eliminar subsidios a actividades extractivistas. Propusieron crear un sello amazónico para productos agroecológicos.
“Llamamos a un consenso regional para la declaración de la región como zona prohibida para todas las formas de extractivismo minero”, indicaron.
DESPOJO
El Tribunal de Justicia y Defensa de los Derechos de las Mujeres de la Panamazonía recibió siete casos que evidencian estrategias de despojo territorial que violentan los derechos de las mujeres.
Estos casos, presentados por lideresas de Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, mostraron cómo el extractivismo afecta directamente a los territorios y cuerpos de las mujeres, incluyendo la violencia sexual a niñas en Perú.
Juana Menaca, lideresa boliviana, denunció el avasallamiento de su territorio ancestral por parte de personas foráneas que destruyen el monte y saquean recursos naturales, generando inseguridad y amenazando la paz de las comunidades indígenas de San Miguel de Velasco.
Por su parte, Walda Wajuru, del pueblo Wayoro en Brasil, aunque no pudo testimoniar en persona, expuso la lucha por la demarcación de sus territorios para protegerse de violaciones de derechos humanos y amenazas de muerte.
Las lideresas de la Federación Huaynakana Kamatahuara Kana en Perú denunciaron la contaminación del río Marañón por actividades extractivas, lo que afecta gravemente la salud y la vida de las mujeres del pueblo kukama.
En Colombia, Zully Rivera del pueblo nasa del Putumayo testificó sobre la crisis humanitaria que enfrentan las mujeres debido al conflicto armado y el incumplimiento de los acuerdos de paz, resultando en desplazamientos y violaciones a los derechos humanos.
Fanny Kaetat, lideresa del pueblo shuar arutam en Ecuador, denunció la explotación de recursos naturales por empresas multinacionales que militarizan sus territorios, causando desintegración comunitaria y amenazas a las mujeres.
Finalmente, se denunció la violencia sexual sistemática contra niñas awajún en Condorcanqui, Perú, por parte de sus docentes, una situación agravada por la inacción del Estado y declaraciones discriminatorias del ministro de Educación peruano.
Estos testimonios resaltan la urgencia de reconocer y proteger los derechos territoriales y humanos de las mujeres en la Panamazonía, quienes sufren impactos diferenciados debido a un contexto patriarcal y colonial. (Brújula Digital/Erbol)
Advierten que la Amazonía está en “emergencia climática”
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