En el ámbito político de Bolivia, la demagogia ha encontrado un terreno fértil, donde las promesas grandilocuentes y las soluciones simplistas son comunes. Durante la última década, muchos bolivianos han atribuido el crecimiento económico exclusivamente al expresidente Evo Morales y a su exministro de Finanzas, Luis Arce Catacora, ignorando que este crecimiento fue impulsado por un consumo de materias primas sin precedentes de la China. En realidad, muchos países latinoamericanos experimentaron un crecimiento similar o incluso mayor durante ese mismo período.
Morales y Arce en un tiempo proclamaron que Bolivia podría equipararse a Suiza, con una economía robusta que incluso despertaba envidia en naciones como Estados Unidos. Pero la realidad muestra una economía boliviana marcada por decisiones políticas que no siempre consideraron la viabilidad técnica ni financiera de los proyectos propuestos, resultando en distorsiones significativas en la microeconomía y macroeconomía. Las inversiones se hicieron sin considerar adecuadamente los precios reales de mercado
Los precios de mercado son esenciales porque transmiten información crucial y ofrecen incentivos para que productores y consumidores ajusten su comportamiento. Reflejan las condiciones del mercado y cambios en la oferta, demanda, costos de producción, preferencias de consumidores y expectativas de precios futuros. La manipulación política de los precios distorsiona esta información valiosa, conduciendo a decisiones económicas ineficientes.
Hace unas semanas, el viceministro de defensa del consumidor, Jorge Silva, criticó al empresariado paceño por el alza en los precios del pollo, atribuyéndolo a la falta de inversiones en granjas avícolas en La Paz. Sin embargo, factores como proximidad a insumos y condiciones climáticas también influyen. Los precios determinan la viabilidad de generar ganancias, aunque algunos sectores critican precios elevados, pueden resultar por desastres climáticos, enfermedades de los animales o bloqueos.
El libre mercado tiende a autorregularse. Precios altos atraen más recursos hacia la producción de un bien, mientras bajos desvían recursos hacia usos más rentables. Ante precios elevados: los productores expanden capacidad productiva y atraen nuevos productores y consumidores reducen consumo o buscan opciones en el corto y mediano plazo. Por ejemplo, el precio del tomate se redujo a la mitad en menos de un mes.
El empresario no actúa por altruismo; busca ganancias y recuperar su inversión, dirigiéndose hacia mercados con mejores ingresos. Actualmente, Argentina se ha convertido en un destino atractivo debido a sus ajustes económicos y el incremento en los precios de productos como el arroz, el azúcar y el tomate. Esto ha incentivado a los empresarios bolivianos a exportar esos productos a este país. Sin embargo, el gobierno boliviano no permite la exportación de estos productos hasta que se haya abastecido primero el mercado nacional. Esta medida tiene efectos negativos, como la dificultad para obtener los dólares que el país necesita y la limitación en la expansión de la frontera agrícola nacional.
El populismo ha traído graves problemas a Bolivia. Subvenciones a hidrocarburos durante 20 años distorsionaron precios, afectando la viabilidad de proyectos. Tasa fija de cambio desde julio de 2011 fomentó importaciones, perjudicando a la industria nacional. Actualmente, los precios de los productos están subiendo porque la subvención de hidrocarburos y la tasa de cambio fija ya no cubren la totalidad de las importaciones necesarias para el consumo nacional. Los precios están tendiendo a incrementarse hasta alcanzar los niveles de los países vecinos.
Empresas y comercios no reflejan costos reales en sus precios, subvencionados en gas, gasolina y diésel. Ante una eliminación parcial o total de estas subvenciones, lo cual es probable en el mediano plazo, sus costos y, por ende, sus precios aumentarán, probablemente se cierren algunas empresas. Por otro lado, nuevos emprendimientos, así como muchos proyectos de inversión privada y pública están basados en precios: de insumos, edificaciones y maquinaria que no son reales, debido a la subvención de los hidrocarburos. Proyectos que no serían económicamente viables, lo parecen gracias a estas subvenciones.
Bolivia enfrenta un dilema. El populismo ha beneficiado a corto plazo, pero sus riesgos y costos a largo plazo son evidentes. El país debe equilibrar políticas sociales necesarias con una economía diversificada y sostenible. Es crucial fomentar un ambiente que atraiga inversión, promueva transparencia y fortalezca instituciones para asegurar un futuro estable y próspero para todos.
En resumen, la demagogia política en Bolivia ha llevado a decisiones económicas insostenibles que distorsionan precios de mercado y obstaculizan el crecimiento a largo plazo. Aunque atractivas y electorales, políticas basadas en ilusiones y promesas vacías no perduran. Para desarrollo sostenible, es esencial respetar dinámicas del mercado y promover estabilidad y crecimiento a largo plazo. La economía a través de los precios siempre tiene la última palabra.
El autor es investigador y analista socioeconómico.