domingo, diciembre 22, 2024
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Monumental proceso de cambio

Luego de la violenta cirugía estética nasal, a la que fue sometido el monumento de Cristóbal Colón, por unos vándalos disfrazados de indígenas, a media luz del día y en pleno Prado de la ciudad de La Paz, suponemos que son varias las estatuas que están esperando su turno para someterse a dicha operación, como la del Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, que ya apareció con el típico pintarrajeo que suelen hacer los cirujanos, para trazar la ruta del bisturí, pero que en este salvaje procedimiento, será la ruta del martillo.

De la misma manera, la efigie de doña Isabel La Católica estaría en la fila de los pacientes por ser cómplice y benefactora del navegante genovés, por un lado, y porque ya apareció con las rayas limitantes de la operación. Si bien es posible que en este operativo omitan la rinoplastia, no es menos cierto que tratarán de vestirla con pollera y mantilla, a sabiendas que ese atuendo, al igual que un millar de objetos traídos de España, pasó de moda hace 500 años en esas tierras y, tratar de reposicionarlos como originarios de nuestra cultura, manifiesta la ignorancia de estos bárbaros irreverentes, que desean emular la iconoclastia de los terroristas del Estado Islamita, sin explicar el objeto de su actitud, ni con quién, por quién y para quién emprenden esta vil cruzada.

En medio de esta fiebre demoledora, suponemos que hasta la misma estatua del Libertador Simón Bolívar está en capilla, esperando su profanación por parte de estos cirujanos pluriculturales y folklóricos que, paradójicamente, se llamaban colonizadores, y tuvieron que cambiar ese apelativo por el de interculturales, por las mismas razones que los sabios del Socialismo del Siglo XXI cambiaron el nombre del “Foro de Sao Paulo”, por el del “Foro de Puebla”, pues resultaba absurdo llevar el nombre del Apóstol fundador de las comunidades cristianas, que ellos tanto combaten, y evangelizador en varios de los más importantes centros urbanos del Imperio romano, antes de ser derrotado por las huestes evistas.

A la luz de lo expuesto, nadie conoce los entretelones de esta acción inconcebible e inexplicable. Sólo sabemos que el odio y el afán desquiciante de una sociedad a través del enfrentamiento puede más que la gratitud, como es el caso de la estatua de Colón, que fue un obsequio de la Colonia Italiana a la tierra que le brindó hospitalidad, iniciando ellos a cambio, uno de los más modernos parques industriales que se crearon en Bolivia, en toda la amplitud de sus rubros.

Al parecer, de esta fiebre fundamentalista y destructora, los únicos que estarán a salvo son: el monumento a la virutilla de hierro, con la cara del filibustero Che Guevara, erigido en El Alto; el Museo de Orinoca, con las camisetas de fútbol del prócer; los relojes que giran al revés; el informe de la Universidad de Salamanca; Cartonbol; la planta de Urea; y varios otros elefantes azules que hacen juego con este monumental proceso de cambio.

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