jueves, julio 4, 2024
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Analistas ven fragilidad de la democracia boliviana

A una semana del alzamiento militar que tomó la plaza Murillo, analistas consideran que lo ocurrido no trajo cambios estructurales, pero sí profundizó una división en la sociedad y reflejó la fragilidad democrática del país.

Los politólogos Marcelo Silva y Paúl Coca reflexionaron sobre el alzamiento liderado por el general Juan José Zúñiga, ahora excomandante del Ejército.

Silva calificó a lo ocurrido como “mucho ruido y pocas nueces”, ya que no hubo ningún cambio estructural y las repercusiones solo fueron superficiales. Sin embargo, indica que se mostró la fragilidad de la democracia boliviana.

“Hay dos maneras de evaluar los hechos. Una de impacto informativo (…) muy inmediato. Ha dado mucho que hablar a todos los actores políticos, a los medios de comunicación y a los sectores de análisis. Pero, en el fondo, y esa es la otra visión, en una visión estructural, en una mirada estructural, el efecto ha sido ninguno (…) Ha habido muchísimo ruido, pero muy pocas nueces”.

Considera que el Gobierno sigue con los mismos problemas que existían antes del alzamiento del miércoles 26 de junio, tanto en lo económico como en lo político y que debe resolver.

“Pero en el ámbito estructural, los problemas de Bolivia siguen siendo los mismos, siguen siendo los problemas del país, los mismos. Fundamentalmente, los problemas del Gobierno siguen siendo los mismos”.

Respecto a lo político, Silva puntualizó que el MAS arcista sigue con minoría en la Asamblea Legislativa y revertir esta situación “está cada vez más lejos”.

 

Ambos coinciden en que la toma militar ahondó el deterioro de la institucionalidad y mostró la extrema fragilidad de la democracia boliviana.

Coca considera que existe una coincidencia en que la institucionalidad pública “está por los suelos”, que el espíritu democrático es fuerte, pero “que la democracia en Bolivia no está consolidada”.

Agregó que los hechos del miércoles pasado ahondaron la brecha entre los bolivianos.

Si fue un golpe de Estado o un autogolpe para Silva da “exactamente lo mismo”, ya que cualquiera de las dos posibilidades reflejan la debilidad democrática.

En un país con una democracia sólida “nadie tendría la osadía” de impulsar un golpe de Estado. A la vez que ningún gobierno con un régimen democrático fuerte se atrevería a autogolpearse.

Coca considera que esa discusión es la que ha profundizado la polarización entre los bolivianos.

“La ciudadanía está demasiado dividida, porque obviamente hay personas que creen que ha sido un golpe de Estado y otras que establecen que ha sido una figura de autogolpe (…) Ya hay una polarización mayor a la ya existente. Entonces, es una situación importante. No hay una suerte de una posición unánime en la población. Eso no existe”. (Brújula Digital)

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