Convenir en que somos un país excesivamente pobre es, simplemente, decir la verdad: pero reconocer que esa pobreza no aumenta por obra de quienes tienen condiciones para el delito y hacerse millonarios inclusive a costa de la salud y vida de la población, sería extraño en cualquier parte y no en nuestro país, poblado de personas sin conciencia ni virtudes ni principios para respetar los derechos humanos por la creencia de que “si hay dinero que se lo gaste”. Y la invasión del coronavirus ha despertado las ambiciones de quienes están dispuestos “a vender hasta a sus padres” con tal de aumentar sus ganancias. Se especula con todo: espacios en clínicas y hospitales, costo de medicamentos, carencia y elevados precios de equipos e insumos, autoritarismo de quienes, poseyendo alguna autoridad, abusan y tratan mal a enfermos en hospitales.
¿Qué se busca y consigue con el dolor y necesidades de quienes sufren? ¿Quién ha donado, alquilado, prestado o regalado poderes y capacidad para lastimar y negar atención al que sufre, al que padece los rigores de cualquier enfermedad, como es el caso del virus que ataca a toda la humanidad? ¿Por qué se niega dar un poco de lo que nada cuesta y es donación de Dios para practicarlo entre los que sufren y requieren amor, comprensión, ternura, solidaridad y apoyo moral?
Hay grupos, entidades e instituciones que saben mucho de lo que padecen muchos pueblos del país por causa del Covid-19 y nada hacen por aliviar dolores y necesidades renunciando a una mínima parte de lo mucho que poseen y que, finalmente, pueden cargar en los presupuestos de gastos que tienen en sus negocios. Así como la comunidad internacional se conduele por el sufrimiento de muchos pobres en el mundo, así, quienes poseen dinero y medios en nuestro país, podrían desprenderse de algo, muy poco, de lo que tienen para aliviar el dolor y necesidades del hambriento, del que nada tiene, de quien está postrado en hospitales, asilos y viviendas sin “alma que los vea y alivie sus pesares”.
Es urgente que nuestra población que posee dinero y propiedades apele a su propia conciencia para encontrar visos de solidaridad y amor con el necesitado, con el urgido de calor y amor, con el que padece el abandono de hijos y parientes, con el que sufre los rigores de una enfermedad o del virus que, como pandemia, recorre todo el país. Hay organizaciones benéficas que podrían reunirse y recabar algo en beneficio de quienes padecen hambre y enfermedades; son entidades que muchas veces hacen propaganda y publicidad sobre los alcances de su altruismo y, ahora, al obligarse a acciones solidarias en estos tiempos de pandemia, sería adoptar un medio que efectivamente los muestre como querrían ser o, muchas veces, pregonan ser.
Por otra parte, hay organismos gubernamentales que poseen algunos excedentes que podrían derivar a los necesitados; hay también excesos en restaurantes, hoteles y hogares donde se puede cocinar o preparar algo más con miras al urgido de alimentos; hay quienes buscan un sitio para descansar o reposar del cansancio sufrido por la búsqueda del sustento diario; en fin, hay modos para despertar en cada uno un poco de amor y solidaridad, haciendo abstracción de indiferencias y desamores que, a veces, son características del diario vivir.
A la pobreza más pobreza, por causa de la especulación
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