martes, julio 16, 2024
InicioSeccionesOpiniónNarciso Campero en la Guerra del Pacífico

Narciso Campero en la Guerra del Pacífico

Oscar Espinosa García

Parte I

 

A fines de 1878, Narciso Campero se trasladó a Tupiza para instaurar en primera instancia una demanda contra Gregorio Pacheco, con el cual tenía un litigio respecto a la mina Guadalupe. Al saberse en Tupiza de la invasión por parte de Chile al departamento del Litoral, el pueblo de Tupiza emitió un acta de protesta a la que Narciso Campero se adhirió. El presidente Hilarión Daza al encontrar la firma del general Campero en el acta, le escribió una carta en la que lo nombra Comandante General de la 3ª División, que debía organizarse en Potosí. Narciso Campero respondió con otra carta, en la que “pese a su quebrantada salud acepta el nombramiento, posponiendo todo al servicio de la patria”. Campero ya tenía 64 años.

La tercera división se convirtió en quinta, por la gran cantidad de voluntarios que se presentaron en toda la república. Con voluntarios, principalmente de los departamentos de Potosí y Tarija, la quinta división se formó con cuatro batallones: Bustillo, Ayacucho, Chorolque y Tarija, cada uno con 500 hombres y el escuadrón Méndez de 140 jinetes. Para armarla se encargó a la Argentina 3.000 rifles Remington, munición y calzado.

El presidente Daza y el ministro Jofré, sin preocuparse por la situación en que se encontraba la Quinta División, mandaban órdenes que no obedecían a un plan definido de acción y que no consideraban la situación de la División. La primera orden que recibió Campero de Daza fue que tan pronto le llegasen las armas de la Argentina “tendría que incorporarse al ejército aliado en la línea del río Loa, ya sea desalojando a los chilenos instalados en Calama o bien tomando el trayecto más cómodo, seguro y recto hasta Tarapacá, Pica o Iquique”. La siguiente orden vino instruyendo que la División esté preparada para marchar hacia San Cristóbal de Lipez y esperar allí para marchar hacía Calama o hacia Tarapacá.

Campero dejó Potosí y trasladó su cuartel general a Cotagaita. De aquí informó al presidente Daza sobre la situación de la División. Le informó que los inconvenientes para movilizar a la División eran: la falta de ropa y abrigo en algunos batallones, la falta de víveres y forrajes, el dinero de que disponía no alcanzaba para el pago a jefes, oficiales y soldados; el escuadrón Méndez estaba a pie, sus caballos estaban en mal estado, para movilizar la carga se requerían 100 mulas y solo se disponían de tres. El armamento que había recibido era de 1.800 rifles Remington, de estos la mitad eran inservibles y la pólvora entregada era de muy mala calidad.

Le respondieron el presidente Daza y el ministro Jofré que habían recibido con desagrado su oficio, porque ya no podrían movilizar al ejército, puesto que el ala izquierda que debía ocupar la Quinta División estaría desguarnecida, pese a que se le asignaron los fondos necesarios y se le proveyó de armamento con grandes sacrificios. Se le ordenó que debe marchar hasta Huatacondo.

A pesar de los informes que mandaba Campero sobre la situación de la División, desde Tacna el presidente Daza y sus cercanos colaboradores Jofré y Reyes Ortiz, seguían mandando órdenes en tono inamistoso, que ignoraban el hecho de que la Quinta División no contaba con los recursos necesarios para movilizarse. Las órdenes estaban dirigidas a hacer caer sobre Campero la responsabilidad sobre “serias dificultades en el teatro de campaña, ocasionadas por su demora en la ejecución de las órdenes”.

Campero finalmente decidió abandonar Cotagaita y llevar la División a San Cristóbal, “aunque con la seguridad de que iba a sacrificarla por la falta de recursos, tal vez antes de que llegara a ocupar su puesto en la línea de operaciones”. Lo hacía porque “se le ordenaba con conocimiento de causa”.

En Cotagaita la Quinta División tenía agua, alimentos, forraje y un clima templado, con la orden de marchar al altiplano sin los recursos necesarios de alimentos, ropa, animales de carga y forraje, fue condenada a sufrir un vía crucis por las gélidas pampas del altiplano. Durante toda la marcha se produjeron enfermos y muertes de soldados por el frio, cansancio y falta de alimentos y muerte de animales por falta de forraje. Los alimentos básicos como pan, azúcar y arroz desaparecieron, la tropa solo disponía de un poco de maíz y charqui. Los jefes y oficiales no podían atender sus necesidades con el escaso viático que recibían. En ciertos trayectos no se disponía de agua. En el día el sol era abrazador y en la noche el frío era intenso. En algunos lugares encontraban agua, cebada, corderos y ganado vacuno y también pequeñas poblaciones donde se podía comprar alimentos, que significaban un alivio para la precaria situación. En otros recibían víveres y forraje de la empresa Huanchaca y también de Aniceto Arce que llegaba personalmente con ropa y víveres.

El 18 de octubre de 1879 llegó la noticia del hundimiento del Huáscar. El 13 de noviembre llegó el pedido del general peruano Buendía de que la División marche sin tardanza hasta Tarapacá, en vista de que un poderoso ejército chileno había desembarcado en Pisagua. Dada la situación lamentable en que se encontraba la División, era un pedido imposible de cumplir; además del largo trayecto que debería atravesar, incluyendo una parte por el desierto. Al poco tiempo llegó la noticia de la desastrosa derrota de San Francisco. La potencia de fuego del ejército chileno provocó el desbande del ejército aliado. Los regimientos peruanos emprendieron la marcha al norte y los regimientos bolivianos, con excepción del regimiento Loa, emprendieron la marcha a Bolivia.

 

Blog: HISTORIA, TRANSPORTES Y DESARROLLO

ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES