viernes, enero 10, 2025
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Apatía y abusos en la ciudad de La Paz

En esta Viña del Señor hay de todo y para todos, lo que es irrebatible, así como el “no me importismo”, característica, dicen, muy boliviana. Lo evidente es que no deja de ser una verdad, de acuerdo con el mismo comentario generalizado. Bien se puede observar ambos hechos en forma cotidiana en nuestra urbe, en la que campean la indolencia y las arbitrariedades. No son necesarias encuestas y sondeos para corroborar ambos extremos, ya que están a la vista de propios y extraños.
Para nadie es un secreto que los comerciantes agremiados se constituyen en virtuales dueños de los espacios públicos, como las aceras, incluso calzadas y cualquier sitio donde puedan instalar un puesto de venta de ropa, golosinas, gaseosas, dulces, calzados, frutas, verduras y hasta lo inimaginable. ¿Quiénes son los culpables para que ello ocurra? Bien se puede decir que la cadena es larga, puesto que se ven involucradas las autoridades gubernamentales, ediles y las dirigencias que se avivan de las necesidades de la gente. Resulta que los distintos gobiernos hasta hoy no han podido solucionar el problema de la falta de empleos, pese a muchas ofertas demagógicas, como aquella de la creación de 500 mil fuentes de trabajo. Entonces es una deuda que tienen con el pueblo boliviano. En segundo lugar, los regímenes edilicios que, en lugar de tratar de poner orden, permiten el asiento indiscriminado de comerciantes en las vías que son de dominio público, a cambio de recibir el apoyo político de ellos mediante las consabidas marchas de gremiales. Y, por supuesto, algunas dirigencias de estos sectores al sacar buena tajada de sus afiliados, mediante cuotas o venta de puestos, cuyo costo es elevado si están ubicados en calles “comerciales”.
Entonces las “chiwiñas” y tarimas cubren los espacios e impiden el libre tránsito de las personas y nadie puede objetar algo al comerciante, siendo un flagrante abuso contra el peatón. Por otro lado, la venta de garrafas de gas doméstico es otra arbitrariedad, ya que en determinadas tiendas las expenden hasta en 40 Bs, tras adquirirlas a 22,50 Bs de los camiones “gaseros”, lo que no deja de ser un acto de especulación. Nuestra gente razona y exclama “está bien que ganen por el esfuerzo, pero que por lo menos vendan en 25 o 26 bolivianos”. Es otro atentado contra la economía popular. Otro problema que refleja la indolencia de mucha gente se relaciona con las mascotas que sacan a las calles, mismas que hacen sus deposiciones en las aceras, y otros lugares públicos. No tienen la delicadeza de portar una bolsa de nylon y un pedazo de papel higiénico para recogerlas y depositar en un contenedor o un lugar adecuado, originándose las consiguientes peleas, muchas veces. Ojalá tomen en cuenta la recomendación, con la finalidad de una convivencia más civilizada en la ciudad. Los temas son inacabables, pero por hoy basta, y será hasta la próxima.

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