Hoy celebramos la fundación de la República de Bolivia, que se realizó el 6 de agosto de 1825 en la hoy ciudad de Sucre. Se logró la independencia después de 15 años de lucha contra el imperio español. Entre esas acciones heroicas por la libertad, resalta la Revolución del 16 de Julio de 1809, cuando fue formado el primer gobierno propio de América. Al ser tenaz la oposición ibérica a las fuerzas patriotas, obtener la victoria final implicó la pérdida de numerosas vidas de patriotas, hasta conseguir la ansiada creación de una nueva república.
Y la mejor manera de rendir homenaje a tan magno acontecimiento es tomar conciencia de los siguientes aspectos. Inicialmente, no olvidemos la importancia de esas luchas libertadoras, creyendo, por error, que con el gobierno masista instaurado en el año 2006, el pasado ya no cuenta y que comenzó entonces un “proceso de cambio” que llevaría a nuestro país, al fin, hacia el desarrollo sostenible. La realidad muestra que eso no sucedió, porque los males del pasado, como corrupción, nepotismo, contrabando, narcotráfico, excesiva burocracia y muchos otros, no han desaparecido.
Y es que después de casi 20 años de gobierno del MAS, Bolivia está agobiada por una crítica situación económica, la cual es notoria por la escasez de dólares y combustibles. Tal situación tiene su origen en el agotamiento de las reservas de gas, fuente principal de recursos económicos para el país. En la llamada época de las vacas gordas, por la venta de ese energético al Brasil y la Argentina, nuestro país recibió ingentes cantidades de dinero, las cuales, sin embargo, fueron dilapidadas por gobiernos masistas. Lo peor es que ahora no se vislumbra medidas eficaces para una verdadera recuperación económica, solo proliferan los discursos de apoyo al actual modelo económico productivo, que ha fracasado, y anuncios sobre proyectos pomposos, muchos de los cuales son irrealizables.
También Bolivia requiere un régimen auténticamente democrático, que implique respeto a la libertad de pensamiento, a la propiedad privada y un estado de derecho en el que gobernantes y gobernados cumplan con el ordenamiento legal. En este sentido, es importante restablecer la institucionalidad, pues actualmente las entidades estatales han sido copadas por masistas, muchos sin la necesaria preparación para conducirlas, por lo que están sometidas al oficialismo, quedando en el olvido la independencia y división de poderes.
Cabe añadir que el actual gobierno está debilitado porque en el MAS ahora hay dos facciones, una arcista y otra evista que frecuentemente se lanzan acusaciones de todo tipo, aunque a veces también actúan en la misma dirección, lo cual crea incertidumbre en la población que no vive de la política y espera soluciones reales para sus problemas.
Como consecuencia de esos y otros problemas, crece el malestar social, cuando se avecinan las elecciones generales y el Bicentenario de la creación de Bolivia, acontecimiento que debería ser motivo de cambios profundos, como mejor homenaje a la Patria que demanda esfuerzo conjunto para favorecer a todos los bolivianos, sin odiosas discriminaciones por ideología, raza o credo.