martes, julio 16, 2024
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Han olvidado a los pobres

Los redentores de pobres se han olvidado de éstos. Ahora están enfrascados en discusiones bizantinas. En consecuencia: priorizan el tema político y defienden lo indefendible. Es decir, la tesis del golpe de Estado. Posiblemente la consigna gira en torno a ese punto tan sensible.
Han olvidado a los pobres, que sobreviven a la pandemia, a la crisis económica y educativa, al desempleo y falta de oportunidades. Para ellos éstos problemas, que calan profundo, son secundarios y pueden esperar. Lo urgente e inmediato parece que fuera imponer una línea política, que demuestre la supuesta ruptura democrática en 2019.
Los pobres están insertos en la población desempleada. Ésta que, a fines de 2020, era de 400.000 personas cesantes, como consecuencia de la rígida cuarentena, asumida para evitar la propagación del Covid-19. Al mes de abril del presente, se habría reducido tal estimación, según fuentes oficiales. Aquéllos están en los grupos que activan el comercio informal. Recordemos que ocho de cada diez bolivianos subsiste con esa modalidad de trabajo. Y según datos recientes, la informalidad es de alrededor del 80%, contra el reducido 20% de formales. Además, los pobres son, quiérase o no, instrumentos al servicio de los poderosos que promueven el contrabando. Este negocio moviliza, según informaciones recientes, alrededor de 3. 000 millones de dólares anuales. Una actividad que afecta a la producción nacional, en sus diferentes rubros. Es un poder económico arrollador.
Lo prioritario para reducir la pobreza es la creación de fuentes de trabajo. Así también lo ha entendido el presidente Arce, quien anunció, al cumplir ocho meses de gobierno, la creación de un plan de emergencia de empleo. Ojalá funcionara lo antes posible este proyecto de interés común. Y que las palabras no sean parte de la estrategia demagógica. Se impone acelerar, también, la vacunación contra el coronavirus, a fin de retornar a la normalidad, debido que aún existen ciertas restricciones que obstruyen la fluidez en las actividades cotidianas. Para recuperar, particularmente, la educación presencial. Hemos visto que la pandemia obligó a niños y jóvenes a abandonar los estudios regulares. Ahora la enseñanza favorece a quienes disponen de Internet e instrumentos apropiados para la educación virtual y no así a los que no tienen tales cosas. Existe, por lo visto, una brecha enorme en este aspecto. Y hasta el momento se ha contabilizado más de 16.000 muertos por causa de ese mal.
Se debería procurar, en este contexto, dar una nueva asistencia económica, mediante un bono a los pobres, que tienen serios problemas para subsistir y encarar las exigencias de la educación virtual. Alguien dijo que se hace muy costoso proseguir con este sistema.
En el anterior gobierno, bajo una rígida cuarentena, se distribuyó varios bonos. Ahora que los precios de hidrocarburos y minerales han subido en mercados internacionales, se debería pensar en otros bonos que favorezcan a personas necesitadas. En esta gestión se entregó una sola vez, con el título de Bono contra el Hambre. El beneficio, de 1.000 bolivianos, recayó sobre una población de cuatro millones.
En suma: en tiempo de pandemia, los enviados no deberían olvidarse de los pobres…

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