domingo, diciembre 22, 2024
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Movimiento al Sadismo

Quien ha perdido todo vestigio de sensibilidad humana y la memoria de ese acto brutal que marcó el inicio del manido “proceso de cambio”, como fue la degollina de perros del 7 de noviembre de 2006 en la localidad de Achacachi, previniendo a la “media luna” el comportamiento que seguiría el MAS en el gobierno que acababa de asumir, no ha entendido todavía la ferocidad a la cual pueden llegar.

En efecto, este bárbaro acto de degüello estuvo a cargo de un alto dirigente de los Ponchos Rojos, que a la sazón oficiaba de Alcalde de esa ciudad altiplánica, y que estaba llamado a ocupar los más altos cargos del Estado Plurinacional, como el de Ministro de Desarrollo Productivo y, nada más ni menos luego, que el de Presidente del Senado, la tercera función más importante en la prelación a la Presidencia del Estado.

Entretanto, como si de una sentencia o una advertencia premonitoria de esos talibanes andinos se tratara, es que ésta se hizo realidad un año más tarde, cuando en un operativo “policial” fueron acribillados en un céntrico hotel de la ciudad de Santa Cruz tres extranjeros que la policía identificó como terroristas mercenarios. Empresarios y dirigentes cívicos que fueron involucrados con su actividad presuntamente separatista, afirmaron entonces, que todo era un cruel montaje del Gobierno y que hubo ejecuciones muy similares al crimen de Achacachi.

Pasaron cinco años, y una reforma de la Ley de Cooperativas que permitía la sindicalización de sus miembros enfureció a los mineros, quienes procedieron a bloquear la carretera a Oruro; dicho acto despertó esa fiebre fundamentalista inexplicable, que arrancó esas imborrables declaraciones del presidente de la Cooperativa 20 de octubre de Siglo XX, Josué Caricari, antes de ejecutar al viceministro Rodolfo Illanes: «Si quieren matarme, está el Viceministro con nosotros, pasa algo, al primero que vamos a matar es a él… tenemos dos cajones». No hubo auxilio.

Tanto odio, como factor de lucha, parecía emanar del mensaje del Che Guevara expuesto en 1967, en la conferencia de la Tricontinental. “El odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal”. ¡Ejemplar psicópata!

Si pretendemos defender los principios democráticos, no caigamos en este relato de crueldad y violencia, especialmente ahora que asistimos con abulia borreguil a lo que hacen con la expresidenta Jeanine Áñez, presa hace medio año, sin motivo justo y con un silencio que nos convierte en cómplices de dicho trato ilegal.

Verla ingresar al Instituto del Tórax en brazos de un policía, contraviniendo el fallo del Juzgado Segundo de Instrucción Anticorrupción y Contra la Violencia hacia la Mujer, que autorizó la salida de la expresidenta para ser sometida a otro chequeo médico en una clínica privada, parecía un anticipo de su cortejo fúnebre decretado por el Movimiento al Sadismo.

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