domingo, diciembre 22, 2024
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Carrera presidencialista

Severo Cruz Selaez

En el pasado, mineros, campesinos, militares, policías y otros, competían en la carrera presidencialista. Estuvieron obnubilados por ese propósito. Unos carismáticos, otros ensimismados y algunos asequibles, decían, para secundar sus afanes, estar preparados para construir un destino mejor. Con deudas, posiblemente, ante la historia y los hombres. Hechos que empañarían sus pretensiones políticas, en el escenario electoral, reñido hoy como ayer. Con o sin respaldo ciudadano. El discurso, en ese contexto, siempre fue evaluado por quienes concurrían a sufragar.
La idea, probablemente, fue pasar a la historia como un presidencialista. Como el “enviado” para salvar Bolivia y asumir, supuestamente, cambios estructurales para redimir a los pobres. Para generar empleo y encaminar el progreso nacional. Pero, desafortunadamente, todo ello era demagogia, con alto contenido de falacia. Una oferta que jamás se habría cumplido. Es que obedecían a intereses particulares. Ahora estamos en las mismas condiciones.
El que sabe escribe. El que no sabe, tiene “escribidores”. “No todo lo que brilla es oro” en política. Aquel que dispone de “escribidores”, activo aún en la arena de las lides políticas, busca afanosamente retomar el timón de la nave de Estado. Quiso aprender a gobernar en el pasado, actitud que ha provocado el desastre económico, que pretende devastar, ahora, la canasta familiar de los más necesitados. Tal situación ha marcado el retroceso, indudablemente. Y nos ha sumido en la incertidumbre, desesperanza y pobreza.
Actualmente, según una versión, serían “cocaleros”, “bibliotecarios” y “cajeros”, quienes estarían buscando reinstalarse en el gobierno, mediante las elecciones del año 2025. Los angurrientos por el Poder, estarían pujando, inclusive, por el adelantamiento de aquéllas. No sabemos, a ciencia cierta, la suerte que tendrá Bolivia. La verdad es que los políticos, sin mencionar nombres ni siglas, se habrían desgastado, por sus desaciertos. Por ineficaces, derrochadores, odiadores, divisionistas, regionalistas y discriminadores, actitudes que marcaron la regresión. No supieron aprovechar la estabilidad política ni económica, para impulsar el desarrollo sostenible. Para reducir los índices de la pobreza y extrema pobreza. Para explorar nuevos pozos gasíferos, que nos hubieran potenciado. Se encasillaron en sus pugnas internas, hasta que sobrevino la devastadora crisis económica. Pretendieron perpetuarse en el Poder, pero el deterioro los amenaza con acabarlos. Ya nadie cree en sus discursos. Surgirá, de un momento a otro, la alternativa.
Los regímenes dictatoriales, que reprimen a sus pueblos, no representan respaldo para encaminar la solución a nuestra angustiante situación económica, que se traduce en la pérdida del poder adquisitivo del boliviano. De la escasez de dólares, combustibles y la elevación del costo de vida. No representan un aliciente para resolver los grandes problemas nacionales, porque son simplemente ejecutores de la conculcación de la libertad de expresión y carceleros de quienes piensan diferente. ¿O estamos equivocados?
En suma: desgraciadamente aún no ha surgido el hombre, con el temple de quien hizo posible el DS 21.060 y puso en orden las cosas.

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