viernes, septiembre 27, 2024
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La pregunta del millón

Severo Cruz Selaez

El afán electoral provoca inestabilidad política. Supuestos “salvadores”, responsables de un pasado catastrófico, se han atrincherado, para medir fuerzas, ante la atónita mirada de aproximadamente 12 millones de bolivianos. Se han entregado, en consecuencia, a la nefasta tarea de dividir a la población nacional. Se han propuesto quebrantar la paz productiva y la convivencia pacífica en democracia. No les ha preocupado la tremenda crisis económica que afecta, en particular, a la canasta familiar de sectores menos favorecidos. Creen ser los dueños de la voluntad y la decisión ciudadana.
Los entreveros políticos nos ofrecen ahora un panorama desalentador, debido a que las pugnas partidarias entorpecen los proyectos de crecimiento y desarrollo nacional. Son acciones que impiden atraer divisas, mediante la exportación de productos tradicionales y no tradicionales. Por tales motivos, los problemas más apremiantes continuarán pospuestos. El capricho de ciertos elementos con angurria por el Poder prevalece aún, alentando actitudes disociadoras, que van en contra de las aspiraciones de un futuro con mejores condiciones de vida. En desmedro, asimismo, de los supremos intereses del país, que requieren hoy unidad, trabajo y esfuerzo. Racionalidad, más que todo, para recuperar la convivencia pacífica.
La pregunta del millón, por consiguiente, es: ¿Quién se impondrá en esta pulseta que llama poderosamente la atención?, ¿quién quedará relegado? El hecho, al parecer, tiene un fondo estrictamente político, porque se advierte, en algunos la desesperación por habilitarse como candidatos a la Presidencia, ignorando, inclusive, la difícil situación económica, que es secuela de la mala gestión de los gobiernos de turno, cuyo cauce tiende a profundizarse. Tales despropósitos han agudizado la inestabilidad, en Bolivia. Situación que fue cuestionada por la ciudadanía, debido a que causó el encarecimiento de los alimentos. Debido a que los protagonistas solo estarían buscando restituirse en el Poder, para perpetuarse en el cargo, como en países de tinte comunista.
Todo ello ocurre mientras algunas regiones del país se incendian, la canasta familiar se va por las nubes, los sueldos y salarios no cubren necesidades elementales, el boliviano pierde su poder adquisitivo, los medicamentos subieron de precio, escasea los dólares y los combustibles no abastecen, ratificando, una vez más, la crisis económica, que genera desesperanza e incertidumbre en la ciudadanía. “Hoy el país soporta una crisis económica que, por fin, es reconocida por el gobierno de turno, pues al casi desaparecer la principal fuente de ingresos, que es la venta de gas a países vecinos, los recursos económicos escasean. Y el presidente Arce, que hace algunos años había declarado con orgullo que nuestra economía estaba blindada, se ve obligado a clamar por la aprobación de créditos en el Legislativo” (*). Fue, además, el resultado del despilfarro y la irresponsabilidad.
En suma: Bolivia requiere unidad, trabajo y esfuerzo para vencer la adversidad económica. Y no prestar oídos a supuestos “salvadores”.

(*) “Politiquería en vez de soluciones urgentes”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 15 de septiembre de 2024.

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