sábado, diciembre 21, 2024
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El modelo económico fallido del MAS: de la bonanza a la catástrofe

Carlos Jahnsen Gutiérrez

Parte II

Adicionalmente, la lucha por el poder en Bolivia se ha convertido en una feroz contienda entre Luis Arce y Evo Morales, quienes se enfrentan sobre los escombros que ambos han dejado y pisoteando las esperanzas de una población que anhela cambios reales. Este conflicto por el poder y solo el poder se asemeja más a una guerra de mafias por el control de territorio que a una genuina búsqueda por mejores políticas que incrementen el bienestar del país; ambos pelean por sus privilegios de poder chupar el resto de sangre que le queda al Estado, mientras ignoran cínicamente las necesidades de Bolivia.
Asumir que Evo Morales pueda rescatar a Bolivia de la crisis actual solo puede ser una fantasía nostálgica. Su gobierno con el ministro de Finanzas Arce Catacora dejó un legado de corrupción, clientelismo y populismo que llevó a Bolivia al borde del colapso. La reelección de Arce Catacora sería igualmente decepcionante, dado que su falta de liderazgo es evidente en el contexto actual de crisis. Surgen numerosas dudas y preguntas acerca de las posibles consecuencias de su reelección, al igual que en el caso de una reelección de Evo Morales.
¿Podrían realmente estabilizar la economía implementando medidas efectivas y ofreciendo una perspectiva de desarrollo integral y sostenible? ¿Serían capaces de introducir una gestión pública moderna e íntegra? ¿Lograrían reducir la pobreza y mejorar la calidad de la educación y la salud? ¿Generarían oportunidades de empleo más allá del sector estatal? ¿Comprometerían recursos para llevar a cabo una lucha genuina contra la corrupción y el contrabando? Estos interrogantes reflejan la incertidumbre que rodea a la continuidad de ambos.
Es una ilusión creer que la situación cambiará. La exigencia ciudadana por mejores condiciones y oportunidades de vida choca frontalmente con un liderazgo del MAS que prioriza el pasado, la división de Bolivia, el control del Estado y la perpetuación en el poder. Así, Bolivia permanecerá anclada en una ideología obsoleta, con instituciones debilitadas y justicia politizada. La cultura de la corrupción y el populismo seguirá dominando, condenando a Bolivia a un estancamiento crónico. Entonces, ni la riqueza del litio podrá ser la solución, pues solo servirá para fortalecer un gobierno incapaz y un sistema corrupto y opresivo. Bolivia no podrá zafarse de estar atrapada en un círculo vicioso de populismo, corrupción y estancamiento. Seguiría capturada por una ideología retrógrada, alejada de la realidad global, con instituciones destruidas y un sistema judicial corrupto y politizado. La misma cultura de corrupción, populismo y decisiones fallidas que se fue instaurando en casi 20 años de gobierno del MAS prevalecería, dejando a Bolivia en una situación de estancamiento estructural que sería muy difícil de revertir. Sería un presterío 2.0. Entonces, las raíces de esta crisis son Arce Catacora y Evo Morales. Ellos no son la solución, son más bien parte del profundo problema que tiene Bolivia.

CONCLUSIÓN
El legado del MAS y su modelo económico representan un presagio aterrador para Bolivia: un país sumido en un ciclo de deuda insostenible, con un sistema social en ruinas y una economía tambaleante al borde del colapso. Las decisiones irresponsables y la falta de una estrategia coherente han desencadenado efectos devastadores en los ámbitos económico, político, social y ecológico. Estos lastres limitarán el desarrollo del país y socavarán el futuro de las generaciones jóvenes.
La corrupción y la falta de transparencia han debilitado las instituciones, erosionando la confianza de los ciudadanos y paralizando la construcción de un Estado de derecho. Las futuras
generaciones heredarán un país con instituciones frágiles, incapaces de enfrentar los desafíos del Siglo XXI. La reconstrucción de estas instituciones será un proceso lento y arduo que demandará una considerable inversión de tiempo y recursos.
El modelo económico del MAS es fallido y desconectado de la realidad global, traicionando la responsabilidad hacia el pueblo boliviano y condenando a las futuras generaciones a la escasez y la inestabilidad. Ha generado un entorno de incertidumbre con pocas oportunidades de desarrollo profesional y personal. La explotación de recursos naturales ha enriquecido a unos pocos y profundizado las desigualdades. La ideología retrógrada y la falta de visión estatal han destruido instituciones, polarizado a la sociedad y creado un clima de desconfianza que aleja la inversión y frena el progreso. Mientras tanto, los líderes del MAS viven en un espejismo de desarrollo, ignorando la creciente pobreza y las oportunidades que se desvanecen en un país en decadencia.
Bolivia enfrenta un futuro incierto, y la indiferencia de quienes están en el poder es un lujo inaceptable y morboso en medio de una profunda crisis económica, social, política, ética y moral.
El pueblo boliviano merece un liderazgo que rompa con el pasado mentiroso y proponga soluciones reales y sostenibles para los problemas estructurales que enfrenta el país. Es momento de dar un giro radical y construir un futuro basado en una apertura hacia el mundo, la transparencia, la eficacia, el trabajo honrado y el respeto a la institucionalidad y al Estado de Derecho.

El autor es doctorado en Economía.

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