Sam Altman, CEO de OpenAI, compartió su visión sobre un futuro dominado por la inteligencia artificial en un reciente ensayo titulado «La era de la inteligencia». En este texto, describe un panorama de avances tecnológicos sin precedentes y sugiere que la llegada de la superinteligencia podría ocurrir en menos de una década. Altman define la superinteligencia como un nivel hipotético de IA que superará ampliamente las capacidades humanas, llevando el progreso a niveles inimaginables. ¿Estamos a menos de 10 años de una IA que apenas podemos concebir?
La Superinteligencia de OpenAI podría estar más cerca de lo que pensamos
Altman menciona que este avance podría suceder en «unos pocos miles de días», un plazo que él mismo evita concretar. Sugiere que podría ocurrir entre cinco y diez años. Estas proyecciones son mucho más optimistas que las anteriores, que predecían que la IA alcanzaría la inteligencia humana, conocida como AGI, en cinco años.
A pesar de la incertidumbre temporal, su declaración ha generado expectativas, dado su acceso a información privilegiada sobre los avances en IA. Sin embargo, no todos comparten esta visión optimista. Grady Booch, un crítico habitual de la IA, desestimó las predicciones de Altman, considerándolas parte del «bombo publicitario» que exagera las expectativas sobre la IA, especialmente en medio de una ronda de financiación para OpenAI.
Más allá de las críticas, Altman enfatiza la necesidad de crear una infraestructura que apoye el desarrollo y democratización de la IA. Para lograr «un acceso equitativo a la IA», sostiene que es esencial reducir los costos de computación y asegurar recursos abundantes como energía y agua. De lo contrario, advierte que la IA podría convertirse en un recurso escaso y fuente de conflictos.
La «Era de la Inteligencia»
Altman considera que estamos entrando en la «Era de la Inteligencia», una nueva etapa tecnológica que sigue a la Edad de Piedra, la Era Agrícola y la Era Industrial. Según él, el aprendizaje profundo (Deep Learning) ha sido el motor de esta transformación, permitiendo avances en campos como la educación, la salud y el desarrollo de software.
Visualiza un futuro donde los asistentes de IA personales se conviertan en herramientas cotidianas para mejorar la vida diaria, algo que ya está ocurriendo en cierta medida con tecnologías como Siri o Gemini en los smartphones de Google y Apple.
Aunque reconoce que la IA tendrá un impacto disruptivo en el mercado laboral, Altman mantiene su confianza en que su influencia será mayormente positiva. Argumenta que la prosperidad generada por la IA podría mejorar significativamente la calidad de vida, aunque señala que tener riqueza no garantiza felicidad.
Concluye su ensayo haciendo una analogía con transformaciones tecnológicas del pasado: así como los faroleros quedaron obsoletos con nuevas invenciones, los trabajos actuales podrían parecer triviales en comparación con lo que vendrá. Sin embargo, confía en que la prosperidad futura será tan asombrosa para nosotros como lo es el presente para generaciones pasadas. El desafío radica en que muchas personas, especialmente las mayores, podrían sentirse desbordadas por estos cambios, particularmente aquellos a diez años de jubilarse.
En este contexto, la IA tendrá un papel crucial; estamos en un momento donde reciclarse o quedar atrás es esencial. Lo evidente es que OpenAI no solo avanza hacia la AGI, sino también hacia una superinteligencia que podría dejarnos como seres inferiores frente a esta nueva «conciencia», que tal vez esté cerca de comprender su propia existencia.