Bolivia atraviesa una grave crisis de desabastecimiento que afecta tanto a la disponibilidad de combustible como de productos esenciales, lo que ha provocado largas filas en gasolineras y mercados.
Las quejas de la ciudadanía ante la precaria situación se multiplican a diario en las redes sociales y no paran de mencionar el desatino e inacción gubernamental que se hizo una constante.
El suministro de gasolina y diésel es insuficiente, lo que ha generado grandes retrasos en las estaciones de servicio, mientras que el sector del transporte público opera con severas limitaciones, afectando a miles de personas que dependen del servicio para sus actividades diarias.
El desabastecimiento no solo se limita a los carburantes. En los supermercados, la población también enfrenta una escasez de alimentos básicos como carne y pollo, cuyos precios se han incrementado considerablemente debido a la alta demanda y la limitada oferta.
Este fenómeno ha hecho que los ciudadanos deban hacer largas filas desde la madrugada para asegurar sus compras.
Otra señal del deterioro económico es la alta dependencia de las remesas enviadas desde el exterior. Las agencias como Western Union se llenan de personas desde muy temprano, con ciudadanos que buscan recibir el dinero de sus familiares en el extranjero. Este flujo de divisas ha adquirido mayor relevancia en un contexto donde los ingresos de muchas familias han disminuido drásticamente.
A pesar de la gravedad de la situación, la respuesta del Gobierno ha sido percibida como insuficiente. Aún con algunos intentos de paliar la crisis, como la habilitación de estaciones de servicio durante más horas, el descontento social sigue en aumento. El presidente del Estado, Luis Arce Catacora, es criticado por su aparente falta de acción concreta para resolver esta situación, lo que ha dejado a gran parte de la población en una incertidumbre constante.