lunes, octubre 28, 2024
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El país en el desbarajuste

Eric L. Cárdenas del Castillo

Se entiende por desbarajuste, en nuestra rica lengua, al desorden, la confusión, el desconcierto, es decir lo contrario al orden. Y el orden es lo que está en concierto, que las cosas están en el lugar que les corresponde, que hay normas y reglas que disponen y a las que se sujetan los actos y las cosas.
La Filosofía del derecho nos enseña que el orden es lo contrario del caos y el desorden, de tal manera que el concepto de orden-caos, es un concepto primario en el estudio de la filosofía, pues sobre el caos y el orden se puede construir el contrario, es decir el orden y el desorden. Y las distintas escuelas filosóficas, en especial la del “ius naturalis” o derecho natural, sostiene que hay un orden que proviene de la naturaleza, en la que todo fenómeno natural responde a un orden y nada escapa de él. Así, después de la vida viene la muerte, luego del día viene la noche, etc.
La misma naturaleza de las cosas, las relaciones naturales, el desenvolvimiento de la vida, los fenómenos y aun la existencia material, tienen como contenido y principio el orden, una suerte de armonía, en la que un fenómeno responde a otro, y el ser humano no escapa a ese realidad, y toda acción humana tiene un resultado y hasta el no hacer tiene su efecto.
El sabio griego Aristóteles, en referencia al orden sostenía que éste era una suerte de disposición, una relación ordenada de unas partes con otras, que al final dan un todo ordenado. Siguiendo este planteamiento aristotélico y aplicado al cuerpo humano, vemos que todo su funcionamiento está regido por un orden, en el que todas las partes están conectadas con las otras y cuando se da un desorden, estamos frente a una enfermedad, que debe ser restaurada para reponerla en orden.
La sociedad humana, es como el cuerpo humano, pues su desarrollo cotidiano, está sujeto a un orden que da seguridad, pues sin orden la vida en sociedad sería casi imposible, se estaría en un caos. Y sólo el ordenamiento jurídico, que responde a las leyes y normas, es lo que da vigencia ordenada a la sociedad, desde los primeros tiempos de la vida del hombre en sociedad, que se dio como una necesidad moral y un deber para la existencia de los individuos.
El orden social, tiene su sustento en el derecho, en el ordenamiento jurídico, que además de ser un medio de armonía, es un orden impuesto, obligatorio, para garantizar la vida en sociedad y, finalmente, establecer la paz social como finalidad de una sociedad organizada y justa.
En estos últimos tiempos, en nuestro país, parecería que estamos en una situación de desorden, de desbarajuste, en el que grupos organizados, denominados “movimientos sociales”, pretenden imponer sus demandas de intereses grupales, ajenos, ante los intereses de la mayoría de la sociedad. Y se ha llegado al extremo de que algunos de esos grupos, han “bloqueado” algunas carreteras, por motivos personales de su dirigente, que está en controversia dentro de su partido, afectando el normal desarrollo de la vida cotidiana de la población.
Cuando un individuo o colectivo de individuos, deciden no respetar y no cumplir el ordenamiento jurídico que rige en una sociedad, entran en una flagrante conducta delictiva, pues las leyes son para el cumplimiento obligatorio de todos los miembros de esa sociedad, sin excepción alguna, pues, como dijimos en una anterior nota en estas mismas páginas: “nadie está por encima de la ley”.
La desaparición de la divisa norteamericana, la escasez de gasolina y diésel en el mercado, de algunos productos alimenticios de consumo masivo, como el arroz, y la subida de precio de todos los productos importados o producidos en el país, las largas filas para conseguirlos, nos llevan a recordar los tiempos de la crisis hiperinflacionaria de los años 82-84, en los que el pueblo padeció ese cuadro de crisis, al que no quisiéramos retornar.
La falta de autoridad de gobierno para poner orden y dar seguridad a la ciudadanía, de tomar medidas urgentes para encarar el cuadro de deterioro en el que vivimos, que agudiza la desconfianza y desconcierto en la ciudadanía, nos lleva a reflexionar si estamos camino a la “udepización”, como sinónimo de aguda crisis, o vamos a superar la situación, imponiendo el orden, la seguridad y la paz social a través del estado de derecho y el buen gobierno. Lo contrario ha de ser la agudización del desbarajuste.

El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.

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