Sin duda, desde que el MAS llegó al poder, se dedicó a recibir una enorme cantidad de dinero por venta principalmente de gas al Brasil y la Argentina. Pero la producción gasífera había sido consolidada por anteriores gobiernos “neoliberales”. Desde entonces, varios gobiernos masistas, pensando erradamente que nuestra economía estaba “blindada”, procedieron a dilapidar tales recursos económicos, particularmente para favorecer a sus partidarios.
Por falta de prudencia y de capacidad de gobierno, aparecieron numerosas obras, muchas de ellas sin utilidad y entregadas, generalmente, donde había mayor cantidad de afines al partido azul. Pero ahora se observa que aeropuertos, edificaciones aparatosas, canchas de fútbol, un museo dedicado al caudillo cocalero reelegido varias veces con artimañas, y otras obras quedan en estado de deterioro.
La situación hubiera sido diferente si todo ese dinero hubiese servido para mejorar los sistemas de salud, educación, etc., así como ahorrar para tiempos difíciles. Pero más pudo el afán de aparentar una prosperidad eterna, por parte de gobernantes que aducían ser representantes del socialismo Siglo XXI, pregonando que lucharían por los más desfavorecidos, pero que, en realidad, vivían como capitalistas.
Hoy, cuando la situación ha empeorado, tardíamente el gobierno masista actual reconoce que hay crisis económica, porque la producción de gas “ha tocado fondo”, es decir, desaparece la principal fuente de ingresos económicos para el país. Lo peor es que no hay reemplazo inmediato para semejante pérdida, a pesar de intensa propaganda sobre explotación del litio, una industrialización en ciernes, la instalación de plantas para aumentar la producción de biocombustibles, etc.
La realidad es que ha fracasado el modelo económico productivo del MAS, lo que se comprueba por la reducción a niveles mínimos de las Reservas Internacionales Netas (RIN), la falta de dólares, el encarecimiento de alimentos y otros productos básicos, la pérdida del valor adquisitivo de la moneda nacional, el aumento del desempleo y la informalidad, entre otros problemas. Y lo peor es que se mantiene la política extractivista, es decir ingresar a parques nacionales para extraer valiosos recursos naturales o intensificar el tráfico de tierras, luego de la quema de más de diez millones de hectáreas en el oriente y norte del país.
Y lo peor es que radicales evistas llevan adelante por más de diez días un bloqueo de caminos que deja aislada a Cochabamba y obstaculiza la comunicación con otros departamentos, perjudicando de manera irreparable a sectores productivos, transportistas, comerciantes y poblaciones. Como consecuencia, las pérdidas económicas son gigantescas, por obras de bloqueadores que lo más quieren es evitar que su jefe, Evo Morales, sea procesado por estupro y trata y tráfico de personas e imponer su candidatura para los comicios de 2025.
¿Cuánto más tendrá que soportar la población en general por tales acciones irracionales y antidemocráticas?
A duras pruebas es sometida la población
- Advertisment -