Persecución, revanchismo y presos políticos, son temas que se han constituido en la comidilla de todos los tiempos. Figuran en las páginas de la historia del pasado mediato e inmediato. Que, antes de ceder, tendieron a multiplicarse, en deterioro de la imagen del país. Tales hechos significaron desesperación, desencuentro y confrontación. Y posiblemente la destrucción de la familia. Que preocuparon a quienes estuvieron comprometidos, con la libertad recuperada a principios de los 80 del siglo pasado. Ojalá se impongan días mejores, a favor de la paz, del diálogo y el bienestar.
Se habló mucho recientemente sobre presos políticos. Unos dijeron que existían y otros dijeron que no. Que todo estaba sujeto a la justicia. Posiblemente haya como resultado del despropósito, que marcaron algunos jurisconsultos. Pero ello implicaría la erosión del sistema de libertades. Y no se justificaría la reclusión de quienes pensaban diferente. El ciudadano de a pie, ha mirado atónito esa situación.
En democracia se debería convivir en paz. Aceptando a los que piensan diferente. Escuchando y respetando las ideas de unos y otros. Sin tomar represalias, sino priorizando la libertad de expresión. Sin presos políticos, cualquiera fuere su tendencia. Sin revanchismo, sino con absolución. Sin confrontación, sino con diálogo. Y en una permanente búsqueda de puntos de coincidencia por el bien común. Entendiendo que democracia representa el principio de libertades restituida gracias al esfuerzo ciudadano, hace más o menos 40 años. Pero fuerzas oscuras y tenebrosas, asumiendo acciones irracionales, han pretendido y pretenden reeditar el pasado.
“Durante mi gobierno no existieron hogares que lloren la ausencia forzada de sus seres queridos. La libertad no fue un mito. La vigencia de la ley y el derecho fue la base esencial de la estructura del Estado y de la interrelación humana. Por eso humildemente, puedo hacer mías aquellas palabras del Mariscal de Ayacucho y decir que he preferido ser el esclavo de las leyes a ser el tirano o el verdugo de mi propia Patria” (*), aseveró –téngase muy en cuenta estas palabras–, el presidente de la Junta Militar de Gobierno, general David Padilla Arancibia, en acto de Transmisión del Mando Presidencial.
Solo en regímenes autoritarios de tinte socialista, vigentes en algunos puntos de la región, las cárceles se llenaron de presos políticos, considerados adversarios, provocando el repudio de la comunidad internacional. Todos quienes disentían con aquellos, acabaron encerrados en las mazmorras. Inclusive murieron, de manera desastrosa. Las denuncias al respecto, son de conocimiento público. Quienes buscaban perpetuarse en el Poder, acabaron con todo vestigio de los opositores. Es que no permitían que nadie les haga sombra. Temían que, con el respaldo de los sectores populares, repunten políticamente, en detrimento de sus intereses particulares.
En suma: en el marco democrático, que se impone como paradigma desde 1982, se debería preserva y consolidar las libertades ciudadanas, sin emular los métodos represivos de la izquierda regional, en declinación.
(*) “Mensaje – Informe. Transmisión del Mando Presidencial”. Editorial del Estado, La Paz – Bolivia, agosto de 1979. Pág. 8.