Los cubanos del exilio no dejamos de sufrir nuestra isla y los que además vivimos en algún momento en España, el país en que nos sentimos libres por primera vez, sufrimos desde la distancia el mismo dolor.
En los ojos duelen las imágenes y en los oídos surten el mismo efecto los testimonios de vecinos de la Comunidad Valenciana afectados por la DANA: «Nos dejaron solos», empezaron a decir desde el martes 29 de octubre cuando les fue encima una avalancha de barro que, literalmente, enterró a decenas de personas.
Las muertes ya superan los dos centenares, según datos oficiales, pero esa cifra puede doblarse fácilmente cuando hayan terminado los rescatistas.
En Cuba acababa de pasar el huracán Oscar por el extremo oriental del país, donde la pobreza es endémica desde que llegó el castrismo, hace más de 60 años.
En la provincia de Guantánamo, los municipios San Antonio del Sur, Imías y Baracoa quedaron anegados con el paso de este huracán y fueron los vecinos, jóvenes en su mayoría, quienes salvaron a otros de la muerte.
Cuando llegaron las autoridades, cuando llegó el gobernante impuesto Miguel-Díaz Canel, la tragedia estaba servida.
En España, increíblemente, sucedió igual. Dice la prensa nacional y local que el mayor error estuvo en la tardanza del aviso de emergencia y, lo que es peor, en la descoordinación entre competencias, entre el Gobierno local y el central.
El presidente, Pedro Sánchez, salió huyendo de Paiporta, la denominada «zona cero» de la catástrofe, porque lo arrinconaron con una lluvia de palos y bolas de barro.
Los reyes Felipe y Leticia, sin embargo, aguantaron la andanada y, literalmente, la reina puso su mejilla para recibir fango.
No soy monárquico, pero eso fue un ejemplo de liderazgo, aun cuando, al igual que en Cuba, las autoridades llegaron tarde.
Que Díaz-Canel saque sus pésimas dotes histriónicas ante hechos como este no es noticia; pero que el Ejecutivo español haya llegado tarde y encima ponga pies en polvorosa es una vergüenza y una falta de respeto.
Ya todo el mundo sabe que, la noche de la desgracia, Pedro Sánchez estaba concentrado en sacar adelante su reforma de Radio Televisión Española, algo que al parecer le importa más.
Se criticó mucho también la mala actuación del presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, por actuar tarde y dedicarse a dilucidar quién tenía la competencia para asistir ante la catástrofe.
OTRA VERGÜENZA
DeSantis y Biden no son buenos amigos y, sin embargo.
Pongo como ejemplo las discrepancias entre el gobernador de Florida, Ron DeSantis, y el presidente Joe Biden: se piden la cabeza, pero ante la llegada de un huracán ninguno pierde tiempo y declaran con anticipación el estado de emergencia.
Esto significa que los fondos federales también entran en juego.
Se le avisa a la población que debe desocupar, se le provee un refugio (cuando pasó el Irma, en 2017, cerca de Miami me fui a uno con mi familia) y el que se quede lo hace bajo su responsabilidad.
Quizá el ejemplo más claro fueron las palabras de la alcaldesa de Tampa, Jane Castor, ante el reciente paso del huracán Milton: «Si decides quedarte, morirás».
Pero no hagamos leña del árbol caído: la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) siguió su paso por la península ibérica y se acercó a Cataluña. Precisamente fue un catalán, el director de teatro Josep Maria Miró, quien, entre muchos comentarios que he leído, marcó lo que es hablar claro y contundente: «Pocas veces sentí tanta tristeza e indignación como estos días por la catástrofe de Valencia. Es negligencia criminal donde cada decisión fue incorrecta. Cada error es inútil con respecto al anterior. Desde alerta, ayuda, reparación, transparencia y comunicación. Será incomprensible si después de esto no hay renuncias», escribió Miró en Facebook.
Por su parte, el cubano Rolando Díaz, director de cine que acaba de rodar su más reciente largometraje en Valencia, Adiós Cuba, puso un lazo negro en su perfil de la misma red social, en señal de luto.
«Requiém por la Comunidad Valenciana. (…) No tengo cómo describir esta catástrofe que me desnuda el alma. Estamos de duelo», confesó.
Si el oriente cubano fue terriblemente golpeado por el huracán Oscar, ahora el occidente de la Isla aguarda la llegada de otro, de nombre Rafael. Pero, ¿qué significa prepararse en Cuba, si allí no hay recursos de nada, si los afectados de huracanes de diez años atrás todavía están esperando un techo? (DDC)