jueves, noviembre 14, 2024
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Ganó Trump, ¿y ahora qué?

Sergio Pablo Garnica Pantoja

En un anterior artículo afirmaba que, en general, no importaba quién llegara a la Casa Blanca para el periodo 2025 a 2029, por el poco atractivo que tiene el país para la política económica estadounidense y, principalmente, porque orbitamos estrellas totalmente diferentes. Estados Unidos, enfocado en mantener su liderazgo en tecnología e innovación, mientras que Bolivia, enfocada en que no se genere una guerrilla que siga sumando muertos y hambre.
También advertía que una presidencia de Trump puede representar mayores desafíos para la economía del país por su política proteccionista, el encarecimiento del financiamiento externo, un dólar fuerte, y las restricciones migratorias. Sin embargo, también alumbra un abanico de oportunidades, la primera por su pragmatismo al hacer negocios, también sus propuestas procrecimiento, como la reducción de impuestos y la desregulación en sectores clave y su postura a favor de los criptoactivos.
Para aprovechar el comercio bilateral la condición necesaria es que en 2025 entre un gobierno promercado, no me refiero a un mini-Trump o un Milei boliviano; no obstante, hay que coincidir en que el gobierno argentino encontrará en el gobierno de Trump un gran aliado para la exportación de sus productos, amén la política proteccionista del último. El enfoque de Trump es más pragmático y directo, lo que en ciertos casos ha beneficiado a países latinoamericanos a través de acuerdos específicos y menos tiempo en negociaciones institucionales. En el caso de Bolivia, esto podría facilitar acuerdos rápidos en productos agrícolas y manufacturados que no representan competencia para el agro y manufactura estadounidense.
Entre enero a agosto de 2024 Bolivia exportó al mercado norteamericano cerca de USD 183.4 millones, el 51% de estas exportaciones concentradas en tres productos: estaño metálico USD 44.17 millones (24.1%), castaña USD 27.5 millones (15.0%) y quinua USD 22.7 millones (12.4%), pero también se exportó café sin tostar y chía por un valor superior a los USD 3 millones y productos más elaborados como joyas, cueros, manufacturas de madera y azúcar, que en su mayoría son absorbentes de mano de obra. Con una política industrial y comercial coherente se podría incrementar estas exportaciones.
Los republicanos buscan reducir aún más los impuestos corporativos y podrían proponer que las empresas que fabriquen dentro de EEUU paguen un 15% en lugar del 21% actual. Además, podrían deshacer varias regulaciones establecidas en los últimos años, lo que implicaría cambios en sectores como tecnología y servicios financieros. Estas políticas fiscales podrían hacer que empresas estadounidenses reduzcan sus operaciones en el extranjero, buscando beneficiarse de las nuevas tasas. En Bolivia, esta dinámica podría complicar la inversión extranjera, pero obligaría a dar un nuevo marco legal para las inversiones, que con el tiempo sentaría las bases para un sector industrial más competitivo.
Los mercados financieros en general han respondido con optimismo a las políticas procrecimiento de Trump. Además, en su segundo mandato, podríamos ver una continuidad de su enfoque sobre las criptomonedas como alternativa para contrarrestar políticas financieras internacionales que él percibe como restrictivas, como las que surgen del Banco de Pagos Internacionales (BIS) y otras instituciones monetarias. Para Bolivia, que atraviesa brotes inflacionarios, sería el empujón necesario para lanzarnos de una buena vez a la piscina de los criptoactivos como un mecanismo de ahorro, mantenimiento de valor y comercio exterior.
Aunque Trump tiene una postura polarizante, sus políticas pueden generar una respuesta inmediata favorable en los mercados financieros y una expansión más rápida de ciertas industrias, como la del agro, manufacturas básicas y los criptoactivos.

El autor es analista económico y financiero.

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