Tanto cuanto más interés hay en la comunidad nacional porque la verdad, en toda circunstancia, sea virtud que prime en la vida, los intereses político-partidistas hacen que todo cambie, se tergiverse y adquiera cariz de no saber qué es o qué implica, o qué representa y a quien conviene o interesa tal o cual situación; lo cierto es que quienes poseen poder convierten las verdades de ayer en mentiras de hoy; muestran hechos y hasta circunstancias conforme a sus intereses que nunca son del país o siquiera, medianamente, del pueblo que debería ser el interesado por saber de la verdad hasta para confirmar lo que ya sabe, de lo que ha sido testigo, de lo que tiene conciencia. Estas realidades son recogidas, ayer y hoy, por los medios de comunicación –prensa, radio, televisión, comunicación alternativa y, lo más importante: por la opinión pública–. Vivir en la incertidumbre de conocer la verdad y que conveniencias secundarias alteren todo, es contrario a las libertades de pensamiento, de criterio, de conocimiento de la verdad.
Hace años, de acuerdo con conveniencias ajenas al bien común, se ha convertido la acción de muchos fiscales en la modalidad llamada “fiscalato” –un sistema ajustado a conveniencias que sirvan a los intereses creados, al imperio de lo inventado al calor de lo conveniente a quien sacará provecho de ello, aunque sea ilegal, sucio, amoral. Los “fiscalatos” han cumplido las misiones encomendadas.
Hoy, por las mismas conveniencias e intereses, tienen vigencia las posturas de fiscalatos y se inculpa a quienes son inocentes y se muestra verdades de ayer como mentiras. Este es, pues, un “mare magnum” de difícil comprensión porque ya no puede atribuirse cómo y a quiénes puede beneficiar la falacia, el engaño, los argumentos que de ciertos nada tienen. Hoy adquiere vigencia el dicho de Lenin: “Miente, miente, que algo queda”.
Efectivamente, queda y a veces mucho en quienes “tragan cualquier píldora” porque hay un interés que no se desprecia fácilmente y es el dinero, el cargo servil capaz de cualquier vileza; pero, todo tiene su contraparte en la conciencia; está en lo que puede aflorar en cualquier momento conforme a la conciencia que clama y reclama: tanto daño no se puede causar indefinidamente y la esperanza está en que el amor al país y al pueblo se traduzcan en cambios efectivos y que se entienda que todos somos hijos del mismo Dios y de la misma patria; que nada puede ser interminable porque, con seguridad, van a tener primacía los buenos sentimientos y, además, adquirirá su real importancia la promesa de servir y amar a todos sin distinción alguna; primarán el amor fraterno y la vocación –guardada o extraviada simplemente– de tener conciencia de que pasado lo mal hecho no se debe ni puede repetir; que los yerros anteriores quedan lejos y hoy se sobrepone la necesidad de dialogar, concertar, convenir en las soluciones con amor y en ámbitos de comprensión y entendimiento entre todos. Gobernantes y gobernados por la convicción de que esta patria merece ser amada y servida borrando lo pasado y practicando hoy y siempre lo que le haga bien y sea patrimonio de las generaciones futuras, exige que no deben repetirse conductas negativas y sólo debe tener actualidad la práctica de lo que une y crea situaciones positivas.
La conciencia de los que poseen poder y del mismo pueblo debe ser clara en sentido de practicar la caridad perdonando si se quiere ser perdonado; amar si se busca igual sentimiento; comprensión si se anhela que el pueblo entienda lo que sea conveniente a su desarrollo; cuidar y ponderar lo que es patrimonio general de todos; desterrar odios y complejos que ya causaron mucho perjuicio y daño en la historia de los últimos tiempos; en fin, lo que exige el país no es difícil de cumplir porque de ello depende, además, que seamos partícipes de lo bueno logrado con la propia conducta y práctica de virtudes que se conviertan en valores y principios. La verdad es que, si se quiere, se puede hacer posible hasta lo imposible, todo depende de la buena voluntad, del sentimiento que haya para atender, juzgar y comprender las falibilidades del ser humano entendiendo que uno puede atravesar por lo mismo.
Un paso efectivo y que abra las compuertas de la unidad y el entendimiento, está en que se repare la injusticia de tener presa, en pésimo estado de salud y vigilada como si se tratara de un conjunto de los delincuentes más avezados, a la ex presidenta Constitucional Dra. Jeanine Añez para que, en total libertad –luego de sanar de sus dolencias– pueda asumir su defensa conforme a los cánones constitucionales. Esta medida sería dar paso a los sentimientos generales del pueblo y probaría que el Gobierno está dispuesto a no repetir yerros del pasado y demostrar que el régimen cumplirá deberes ineludibles de respetar los derechos humanos y mucho más tratándose de una dama y expresidenta de la nación que, en todo caso, merece respeto, amor y consideración. Por otra parte, a más de valorar y respetar los sentimientos del pueblo, tener en cuenta la opinión y sentimientos de tres ex presidentes del país que han mostrado su solidaridad con quien no debe ser víctima de venganzas, odios y complejos que perjudican gravemente al país y que muestran al gobierno como poco o nada inclinado a cumplir con sus deberes democráticos.
Intereses políticos: verdades de ayer son mentiras de hoy
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