El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, pidió que “los que contaminen paguen” y reclamó impuestos sobre el transporte marítimo, la aviación y la extracción de combustibles fósiles en su intervención en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29), que se está desarrollando en Bakú (Azerbaiyán).
Además, solicitó un aumento significativo de las finanzas públicas concesionales y una indicación clara de cómo éstas movilizarán los billones de dólares que necesitan los países en desarrollo. A su vez, insistió en el desarrollo de un marco para una mayor accesibilidad, transparencia y rendición de cuentas que dé a los países en desarrollo confianza en que el dinero se materializará.
Por último, demandó que se impulse la capacidad crediticia de bancos multilaterales de desarrollo más grandes y audaces. A su parecer, esto requiere una recapitalización importante así como de reformas de sus modelos de negocio, incluso para que puedan aprovechar mucha más financiación privada. “En lo que respecta a la financiación climática, el mundo debe pagar o la humanidad pagará el precio”, afirmó Guterres.
La financiación va a ser una de las claves de las negociaciones de la cumbre. De hecho, lo que determinará el éxito de la misma será el potencial acuerdo sobre el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado, un elemento del Acuerdo de París diseñado para establecer una meta financiera para apoyar a las naciones en desarrollo en sus acciones climáticas tras 2025. El actual es de 100.000 millones de dólares al año y se considera insuficiente. Sin embargo, no hay consenso sobre la cantidad exacta ni respecto a qué fórmulas emplear para aumentar su ambición.
EMISIONES Y
PROTECCIÓN
Al margen de la financiación, Guterres exige que los países reduzcan emisiones y que hagan más para proteger a su pueblo de los estragos de la crisis climática. En un primer caso, solicitó que en esta Cumbre del Clima se acuerden reglas para el desarrollo de unos mercados de carbono “justos y eficaces”, que “respeten los derechos de las comunidades locales y que no dejen espacio para el “greenwashing” o el acaparamiento de tierras.
En un segundo caso, reclamó que los países desarrollados dupliquen la financiación para la adaptación hasta al menos 40.000 millones de dólares al año para 2025. En este aspecto, recordó que la brecha entre las necesidades de adaptación y la financiación podría alcanzar hasta 359.000 millones de dólares al año para 2030, que equivalen a “vidas y cosechas perdidas y desarrollo negado”. A su vez, reclamó un aumento en las promesas de contribuciones al nuevo Fondo de Pérdidas y Daños.
Desde su punto de vista, “todos los países deben hacer su parte, “el G20 debe liderar” ya que “son los mayores emisores, con mayores capacidades y responsabilidades”. En líneas generales, incidió en que “ningún país se salva” de los desastres climáticos y que “los ricos causan el problema, pero los pobres pagan el precio más alto”. Asimismo, subrayó que “redoblar la apuesta por los combustibles fósiles es absurdo” y que “la revolución de las energías limpias ya está aquí. “Ningún grupo, ninguna empresa y ningún gobierno pueden detenerlo”, señaló. (Europa Press)
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