En 1995, casi un siglo después de que saliera a la venta por primera vez el clásico imperecedero de L. Frank Baum El Mago de Oz en el año 1900, el novelista Gregory Maguire reinventó el mundo de Baum en su best seller titulado Wicked. La novela, que trata de las historias jamás contadas de las brujas de Oz, ambientadas en los años previos a que Dorothy apareciera en escena, se convirtió en una sensación literaria. Unos años más tarde, en 2003, Wicked haría su debut en Broadway como un deslumbrante acontecimiento musical, protagonizado por Kristin Chenoweth e Idina Menzel. Con 10 nominaciones a los premios Tony incluida la categoría de mejor musical, Wicked pronto se convertiría en un fenómeno cultural que definiría a una generación.
Producido por Marc Platt y David Stone, con un libro de Winnie Holzman y letra y música de Stephen Schwartz, el musical de teatro Wicked se ha presentado en los escenarios de Broadway por más de 20 años con localidades agotadas, y ahora ha inspirado a multitudes que llenan los teatros alrededor del mundo. Este gigante musical, una de las pocas producciones de la historia del teatro musical que se centra en la amistad entre dos mujeres, ha recaudado alrededor de $6,000 millones de dólares en todo el mundo y se ha convertido en un éxito arrollador en Japón, Corea, Singapur, Australia, Reino Unido, Alemania, los Países Bajos, Brasil, México y en otros países alrededor del mundo. Al igual que El Mago de Oz de L. Frank Baum, Wicked ha entrado en nuestra conciencia colectiva y ha dado forma a nuestros sueños y nuestra percepción del mundo y de los demás.
A primera vista, Wicked es la historia de cómo Elphaba se convirtió en la Bruja Mala del Oeste; y Galinda de las Tierras Altas, en Glinda la Buena. Es la historia de una amistad poco probable entre dos chicas jóvenes, una marginada, la otra adorada, y de cómo el poder sin explotar de una (y la búsqueda de poder de la otra) cambiará sus vidas y a Oz, para siempre. Pero bajo esa narrativa hay una historia que se sumerge en aguas más oscuras y extrae verdades más profundas. Wicked es también un espectáculo sobre el ascenso silencioso e insidioso de un movimiento fascista que pretende demonizar a los Animales inteligentes y parlantes de Oz, culparlos de todo lo malo de la sociedad y destruirlos, quitándoles literalmente sus voces. Con ecos del ascenso del Tercer Reich en Alemania en la década de 1930, Wicked explora cómo un líder siniestro y carismático puede mentir tan eficazmente a sus ciudadanos que estos cometerán actos atroces, y traicionarán a sus seres queridos, por miedo y odio. En otras palabras, es una historia que perfora las percepciones y agudiza la determinación de cada generación, incluida la nuestra.
Durante años, el productor Marc Platt había sido abordado para ofrecerle adaptar el musical para la gran pantalla. Nunca parecía llegar el momento adecuado, pero cuando las estrellas se alinearon, Platt supo que era hora de dejar que Elphaba y Glinda volaran. La película, relata Platt, les permitió ampliar y explorar el universo de Wicked de una manera que es imposible de lograr en el teatro. “Lo más emocionante de llevar a Wicked al cine es que en la producción del espectáculo teatral hubo muchas ideas, temas e historias que tuvimos que recortar”, dice Platt.
La película de Wicked da vida a Oz de una forma tan grandiosa, detallada y mágica que nos transporta a mundos desconocidos. Hacer Wicked en dos películas le permitió al equipo creativo ofrecer al público todo lo que espera ver, oír y sentir, y mucho más. “Creamos esta historia a lo largo de dos películas”, explica Platt.
El origen de Wicked
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